Capítulo 10. - CREYENTES DE LA UNICIDAD EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA
Tal como hemos visto en los
capítulos anteriores, la Biblia enseña consistentemente la
Unicidad de Dios. Sin embargo, el mundo religioso de hoy quisiera
que creyéramos que a través de la historia la iglesia
cristiana ha aceptado la doctrina de la trinidad. ¿Es esto
realmente la verdad? ¿Eran trinitarios los líderes de la
iglesia en la época después del tiempo de los apóstoles? ¿Había
algunos creyentes de la Unicidad en la historia de la
iglesia?
De nuestra investigación acerca de este tema, hemos llegado a tres conclusiones que
vamos a considerar en este capítulo. (1) De acuerdo a lo
que sabemos los líderes cristianos primitivos en los días
inmediatamente después
de la época apostólica eran de la
Unicidad. Es cierto que no enseñaban la doctrina de la
trinidad como se desarrolló más tarde y como existe hoy. (2)
Aun después de la aparición de la doctrina trinitaria
en la última parte del
segundo siglo, la doctrina de la
trinidad no reemplazó la Unicidad como la creencia dominante
hasta alrededor de 300 A.D., y no llegó a ser
establecida universalmente hasta fines del cuarto siglo. (3)
Aun después de que el
trinitarismo llegara a ser
dominante, los creyentes de la Unicidad continuaban en existiencia
a través de la historia de la iglesia.
La Época después del Tiempo de los
Apóstoles
Los historiadores de la iglesia convienen que la doctrina de la trinidad no existía como la
conocemos hoy en la época inmediatamente después del tiempo
de los apóstoles. ( Véase el Capítulo XI. ) Los líderes
cristianos que seguían a los apóstoles no hacían ninguna
referencia a la trinidad, sino al contrario, ellos afirmaban
su creencia en el monoteísmo del Antiguo Testamento y
aceptaban sin cuestionarla la deidad y la humanidad de
Jesucristo.1 Puesto que estos líderes enfatizaban las doctrinas
asociadas con la Unicidad, puede ser presumido que la
iglesia después del tiempo de los apóstoles aceptó la
Unicidad de Dios.
Los líderes más prominentes del tiempo después de los apóstoles eran Hermas, Clemente
de Roma, Policarpio, e Ignacio. Sus ministerios
abarcaban el tiempo desde cerca de 90 a 140 D.C.
Ireneo, un prominente líder cristiano que murió alrededor de 200 D.C., tenía una teología
intensamente Cristocéntrica y una creencia firme que
Jesús era Dios manifestado en carne. El sostenía que el Verbo
que se encarnó en Jesucristo era la mente de Dios, y
era el Padre mismo.
Algunos eruditos clasifican a Ireneo como
un creyente en la “trinidad económica.” Esta
idea sostiene que no hay trinidad eterna sino solamente una
trinidad temporal. Es muy probable, por lo tanto, que
Ireneo creía en una
trinidad de las actividades o de
las funciones de Dios más bien que en una trinidad de personas,
y entonces él era un creyente de la Unicidad.
Ciertamente él no era un creyente en la doctrina de la
trinidad que se desarrolló más tarde.
No encontramos ninguna referencia a la trinidad como tal en las escrituras que
fueron escritas en los tiempos inmediatamente después de los
apóstoles; se refieren solamente a un solo Dios y a Jesús
como Dios. Referencias que posiblemente hacen
referencia a la doctrina trinitaria emergente, sin embargo,
aparecen en algunos escritos del segundo siglo, principalmente
en algunas
pocas referencias que parecen
apuntar hacia una fórmula bautismal trinitaria.
Hay varias posibles explicaciones para éstas pocas aparentes referencias a un concepto
trinitario en aquellos escritos.
(1). Los lectores y los
eruditos trinitarios pueden interpretar mal estos pasajes
debido a sus propios prejuicios, tal como interpretaron mal
otros pasajes de la Biblia como por ejemplo Mateo
28:19.
(2) Hay una posibilidad fuerte que copistas
trinitarios más tarde agregaron pasajes propios—una práctica
muy común en la historia de la iglesia. Esto es
probable debido a que las únicas copias existentes de esos
escritos fueron escritas siglos después que las originales
fueron escritas. Por ejemplo, un escrito primitivo
llamado el Didaché dice que la comunión debe ser
administrada solamente a los que son bautizados en el nombre del
Señor, pero ese escrito también menciona bautismo
en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu
Santo.3 Sin embargo, la copia más primitiva que existe del
Didaché tiene la fecha 1056 D.C.4
(3). Sin duda la doctrina falsa
había comenzado ya a inundar la iglesia en
algunos casos. De hecho, las doctrinas falsas existían en los
días apostólicos ( Apocalipsis 2-3 ), aun la doctrina falsa
acerca de Cristo ( II Juan 7; Judas 4 ). En balance, sin
embargo, concluimos de la evidencia histórica que los líderes
de la iglesia en la época inmediatamente después de los días
de los doce apóstoles de Cristo eran creyentes de la
Unicidad.
La Unicidad era la Creencia
Dominante en los Siglos Dos y Tres
Hemos indicado que la Unicidad era la única creencia significativa en los principios del
segundo siglo con respecto a la Deidad. Aun cuando
algunas formas del binitarismo y del trinitarismo
comenzaron a desarrollarse ellas no ganaron el dominio hasta
la última parte de tercer siglo. Durante este tiempo
había muchos líderes y profesores de la Unicidad que se
oponían a este cambio en la doctrina. ( Para ver el apoyo
de nuestra aserción que la Unicidad era la creencia
predominante durante el período inmediatamente después de
los apóstoles, véase el escrito de investigación “El
Monarquianismo Modalista: La Unicidad en la Historia de la Iglesia Primitiva” al fin de este capítulo. Este papel
describe a los profesores principales de la Unicidad y
su doctrina en este período en la historia de la
iglesia.)
Monarquianismo Modalista
El monarquianismo modalista es el término usado lo más frecuentemente por los historiadores
de la iglesia para referirse a la doctrina de la
Unicidad. La Enciclopedia Britannica la define como
sigue:
“El monarquianismo modalista, concibiendo que moraba toda la plenitud de la
Deidad en Cristo, desaprobaba la
‘subordinación’ de algunos escritores de la iglesia, y
mantenía que los nombres Padre é Hijo eran solamente designaciones diferentes del mismo tema, el único
Dios, quién referente a las relaciones en las
cuales El se había presentado previamente al mundo se
llama el Padre, pero referente a Su
aparencia en la humanidad se llama el Hijo.’”
Los líderes modalistas más
prominentes eran Noeto de Esmirna, Praxeas, y Sabelio. Noeto
era el profesor de Praxeas en Asia Menor, Praxeas predicaba
en Roma cerca del año 190, y Sabelio predicaba en
Roma cerca del año 215.6
Puesto que Sabelio era el modalista
más prominente, los historiadores a menudo llaman la
doctrina el Sabelianismo. Sabelio confiaba mucho en la
Escritura, especialmente los pasajes como Éxodo 20:3,
Deuteronomio 6:4, Isaías 44:6, y Juan 10:38.7 El dijo que Dios se reveló a sí
mismo como
el Padre en la creación, el Hijo en
la encarnación, y el Espíritu Santo en la regeneración y
la santificación.
Algunos interpretan que esto significa
que él creía que estas tres manifestaciones eran
terminantemente sucesivas en tiempo. Si es así, El no refleja
las creencias del modalismo primitivo ni de la Unicidad
moderna.
La Enciclopedia Britannica describe la creencia de Sabelio de esta manera: “su
propósito central era al efecto de que el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo son la misma persona, los tres nombres
siendo unidos así a uno y el mismo ser. Lo que pesaba más
con Sabelio era el interés monoteísta.” 8
Conseguimos mucha de nuestra información
acerca de los modalistas de Tertuiliano
(quien murió cerca del año 225 ), quien escribió un papel en
contra de Praxeas. En ese papel él indicó que durante su
ministerio “la mayoría de
los creyentes” se adherían a la
doctrina de la Unicidad.
“Los sencillos, de hecho (no los
llamaré imprudentes y no preparados), que
constituyen siempre la mayoría de los
creyentes, están alarmados con la dispensación (de los
tres en uno), sobre la misma base en que su misma Regla
de Fé les saca a ellos de la pluralidad de
dioses del mundo al único Dios verdadero; no
entendiendo que, aunque El es el único Dios verdadero, uno
tiene que creer en El con su propia economía. Ellos
consideran que el orden numérico y la distribución
de la Trinidad son divisiones de la
Unicidad.” 9
Los Creyentes de la Unicidad desde
el Cuarto Siglo hasta el Presente
Además de aquellos que hemos
descrito en el manuscrito de investigación presentado
en este capítulo, hemos hallado la evidencia de
muchos otros creyentes de la Unicidad a través de la historia
de la iglesia. Creemos que los creyentes que hemos
descubierto representan solamente a una pequeña parte de la
totalidad. Algunos escritores hallan evidencia que la doctrina
de la Unicidad existía entre los priscilianistas
(c. 350—c. 700), eucitas (c. 350—c. 900), y bogómiles (c.
900—c. 1400).1O Parece que la mayoría de los creyentes de
la Unicidad no dejaron un registro escrito. Las obras
escritas por otros fueron destruidas por sus opositores
victoriosos. Muchos fueron perseguidos y martirizados, y sus
obras fueron destruidas por el cristianismo oficial trinitario. No
sabemos cuántos creyentes de la Unicidad y sus obras no
fueron registrados en la historia, ni cuántos supuestos herejes
eran realmente creyentes de la Unicidad. Lo que
hallamos, sin embargo, revela que la creencia de la
Unicidad sobrevivió a pesar de su oposición violenta.
En la Edad Mediana, el erudito y teólogo prominente Abelardo ( 1079—1142 ) fue acusado de
haber enseñado la doctrina de Sabelio ( la
Unicidad ) Eventualmente sus enemigos le forzaron a retirarse de
su profesión de maestro. Él buscó refugio en un
monasterio en Cluny, Francia, y allí murió.
La reforma produjo a muchos que se
oponían a la doctrina de la trinidad a favor de
la creencia de la Unicidad. Un antitrinitario prominente a
la hora de la Reforma era Miguel Serveto (1511–1553), un
médico notable de España. El tenía solamente unos
pocos seguidores, aunque algunos historiadores
consideran que era una fuerza motivadora para el
desarrollo del unitarismo. Sin embargo, él definitivamente no era
unitario, porque reconocía a Jesús como Dios. La
siguiente descripción de él indica claramente que era un
verdadero creyente en la Unicidad: “La negación por Serveto
de la tripersonalidad de la Deidad y de la eternalidad
del Hijo, juntamente con
su anabautismo, hace que su sistema
sea repugnante a católicos y a protestantes
igualmente, a pesar de su intenso conocimiento bíblico, su
devoción apasionada a la persona de Cristo, y su esquema
cristocéntrica del
universo.”12
Serveto
escribió, “No hay ninguna otra persona de Dios sino Cristo . . . la Deidad
entera del Padre está en él.” 13 Serveto llegó al extremo de llamar
la doctrina de la trinidad un monstruo de tres
cabezas. El creía que conducía necesariamente al politeísmo
y que era un engaño del diablo. También creía que Dios
permitió que la iglesia viniera bajo el dominio del papado
y así perdiera a Cristo. El no podía entender por qué los
Protestantes saldrían del
catolicismo pero todavía
insistirían en la retención de la doctrina de la trinidad que había
sido ideada por los hombres y era extrabíblica.
Serveto fue quemado en la estaca en 1553
a causa de su creencia en la Unicidad, con la
aprobación de Juan Calvino ( aunque Calvino hubiera preferido
que fuera decapitado.).
Emanuel Swedenborg (1688–1772) era un filósofo Sueco y un escritor religioso que
expresaba una buena comprensión de la Unicidad de Dios.
El enseñaba un número de otras doctrinas que son
muy diferentes de las que creemos, pero tenía una
revelación de quién realmente es Jesús. El utilizó el
término trinidad pero dijo que significaba solamente “tres
modos de manifestación” y no una trinidad de personas
eternas. Utilizaba Colosenses 2:9 para probar que toda
la “trinidad” estaba en Cristo Jesús, y hacía referencia
a Isaías 9:6 y Juan 10:30 para probar que Jesús era el
Padre. El negó que el Hijo era engendrado desde la
eternidad, manteniendo la opinión de que el Hijo de Dios era
la humanidad por medio de la cual Dios se envió a sí
mismo al mundo. El también creía que Jesús era Yhwh-Jehová
Dios quien asumió la humanidad para salvar a la
humanidad. Swedenborg escribió:
“Quienquiera que no se acerca al
Dios verdadero del cielo y de la tierra, no
puede tener entrada en el cielo, porque el
cielo es el cielo de ese único Dios, y ése Dios es
Cristo Jesús, quién es Yhwh-Jehová el Señor, desde la
eternidad el Creador, en tiempo el Redentor, y a la
eternidad el Regenerador: de consecuencia, que es a la
vez el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo y éste es
el Evangelio que debe ser predicado.”.
El vio a Dios ( Jesús ) como compuesto por Padre, Hijo, y Espíritu tal como el hombre
se compone de alma, cuerpo, y espíritu—una analogía no
particularmente apropiada. Sin embargo, la
explicación de Swedenborg de la Deidad es muy similar a la
explicación de los creyentes modernos de la Unicidad.
El siglo décimonoveno vio la aparición de escritores de la Unicidad. Un creyente de la
Unicidad en América era un ministro Presbiteriano llamado
John Miller. En su libro, ¿Es Dios Una Trinidad?
escrito en 1876, él utilizó
una terminología levemente
diferente de la de los escritores modernos de la Unicidad,
pero las creencias que él expresó son básicamente
idénticas a las de los creyentes de la Unicidad del día de
hoy. Es asombroso leer su libro y ver cuan de cerca
él paralela la enseñanza moderna de la Unicidad, incluyendo
su tratamiento de Mateo 28:19. Miller creía que la
doctrina de la trinidad no era bíblica y que obstaculizaba
grandemente a la iglesia en alcanzar a los judíos y a los
musulmanes. El enfáticamente declaraba la deidad plena de
Cristo Jesús.
Los creyentes de la Unicidad existían también en la Inglaterra del siglo décimonoveno.
David Campbell divulgó que había hallado un libro
escrito en 1828 que enseñaba la Unicidad. El autor era Juan Clowes, pastor de
la iglesia de San Juan en Manchester.
En el vigésimo siglo, los pentecostales de la Unicidad han sido la fuerza de la Unicidad
de más renombre, aunque algunos eruditos clasifican
el conocido teólogo neo-ortodoxo Karl Barth como modalista
(de la Unicidad). Carlos Parham, el primer líder en
el movimiento pentecostal del siglo vigésimo,
comenzó a administrar el bautismo en agua en el nombre de
Jesús, aunque él al parecer no ligó esta práctica a una
negación explícita del trinitarismo. Después de 1913, muchos
pentecostales rechazaron al trinitarismo y la fórmula bautismal trinitaria, dando comienzo al movimiento
moderno pentecostal de la Unicidad.
Un número de organizaciones pentecostales de la Unicidad existen hoy. Los principales
con sede en Los Estados Unidos de América son: La
Iglesia Pentecostal Unida Internacional (por mucho la más
grande), Las Asambleas Pentecostales Del Mundo, Las
Iglesias Mundiales Del Camino Bíblico del Señor
Jesucristo, Las Asambleas del Señor Jesucristo, La Iglesia
Nuestro Señor Jesucristo De La Fe Apostólica, y La Iglesia
Apostólica Vencedora Santa de Dios. Los grupos de la Unicidad
con sede en otros países incluyen La Iglesia
Pentecostal Unida de Colombia, una iglesia indígena y la iglesia
más grande que no es Católica en el país; La Iglesia
Apostólica De La Fe en Cristo Jesús, con sede en México;
el movimiento Pentecostal de la Unicidad en Rusia; y
La Iglesia Verdadera de Jesús, una iglesia indígena fundada
por los creyentes Chinos en el continente pero cuya sede
ahora está en Taiwán.
Hay muchas organizaciones más
pequeñas ( aproximadamente 130 a nivel mundial),
iglesias independientes, y confraternidades carismáticas que
tienen la doctrina de la Unicidad Pentecostal.
Para documentar aun más algunas de las declaraciones hechas en este
capítulo, hemos reproducido abajo un escrito de
investigación que se preparó en 1978 para una clase de
religión en la Universidad Rice en Houston, Tejas. En
particular, observa dos conclusiones importantes en
los primeros párrafos de este escrito:
(1) El
trinitarismo no se estableció sólidamente antes del
fin del cuarto siglo;
(2) La gran mayoría de todos los
cristianos en la iglesia del período después de la
iglesia primitiva abrazaron la Unicidad, y era la
doctrina más poderosa para oponerse a las ideas
del trinitarismo mientras que ganaba la aceptación
entre los líderes de la iglesia.
Estas conclusiones y la información presentada en el escrito no son simplemente
nuestras, sino las hemos tomado de los reconocidos
historiadores y de otras fuentes reputables de la
iglesia que se nombran en las notas al pie de la
página y en la bibliografía.
EL MONARQUIANISMO MODALISTA:
LA UNICIDAD EN LA HISTORIA
DE LA IGLESIA PRIMITIVA
por David Bernard
¿Cuál es la naturaleza de Dios? ¿Cuál es relación de Jesucristo para con Dios? Estas dos
preguntas son fundamentales al cristianismo. La
respuesta tradicional del cristianismo se da por medio de su
doctrina de la trinidad.
Sin embargo, en los primeros siglos
del cristianismo esta formulación de ninguna manera
significaba la respuesta definitiva. De hecho, La Nueva
Enciclopedia Católica dice que en el segundo siglo D. C.
“una solución trinitaria todavía estaba en el futuro” y ése
dogma trinitaria “no estaba sólidamente establecida . .
. antes del fin del 4to siglo.”.
Había muchas explicaciones de la
naturaleza de Dios y de Cristo, varias de las cuales
se gozaban de una extensa aceptación. Una de las más
importantes de éstas era el monarquianismo modalista, la cual
afirmaba tanto la Unicidad absoluta de la Deidad como
la divinidad de Jesucristo.
Según el historiador eclesiástico Adolfo Harnack, el monarquianismo modalista era el
rival más peligroso al trinitarismo en el período de 180
D.C. a 300 D.C. De algunos pasajes de Hipólito,
Tertuliano, y Origen él concluye que el modalismo era la
teoría oficial en Roma por casi una generación, y que en una
fecha era “abrazada por la gran mayoría de todos los
cristianos.”
A pesar de su evidente importancia, es
difícil llegar a una descripción completa de lo que
el monarquianismo modalista realmente era. Algunos de
los más prominentes modalistas eran Noeto, Praxeas,
Sabelio, Epígono,
Cleómenes, Marcelo de Ancira, y
Comodiano. Por lo menos dos obispos Romanos (más
tarde clasificados como papas), Calisto y Zeferino,
fueron acusados de ser modalistas por sus opositores. Es
difícil obtener la información exacta acerca de estos
hombres y sus creencias porque las fuentes históricas
existentes eran todas escritas por sus opositores
trinitarios que tenían el propósito de refutar la doctrina de
sus antagonistas.
Indudablemente, la doctrina de los modalistas fue mal interpretada, tergiversada, y
torcida en el proceso. Es imposible, por lo tanto, hallar una
descripción precisa de las creencias de un cierto
modalista. Sin embargo, juntando diversas declaraciones acerca de
estos varios hombres, es posible llegar a una
comprensión bastante buena del modalismo. Por ejemplo,
posiblemente había algunas diferencias entre las teologías de
Noeto, Praxeas, Sabelio, y Marcelo; es difícil de determinar
cuán serias eran aquellas diferencias. Sin embargo, es
cierto que cada uno mantenía una creencia en la deidad
plena de Jesucristo mientras que admitía ninguna
distinción de personas en la Deidad.
La doctrina modalista generalmente se explica simplemente como la creencia que el Padre,
el Hijo, y el Espíritu Santo son solamente
manifestaciones, o modos, del único Dios (monarquía), y que
no son tres personas distintas (hypostases). Debe ser
distinguida del monarquianismo dinámico que también
mantenía la Unicidad de Dios. El monarquianismo dinámico
declaraba que Jesús era un ser inferior y subordinado a
Dios. Más precisamente, el monarquianismo modalista
es la creencia que considera a “Jesús como la
encarnación de la Deidad” y como “el Padre encarnado.” 21
Esta idea tiene la ventaja obvia de
mantener la fuerte tradición monoteísta judía mientras
que también afirma la antigua creencia cristiana en Jesús
como Dios. A la misma vez evita las paradojas y los
misterios del dogma trinitaria. Sin embargo, los
trinitarios mantenían que no explicaba adecuadamente el Logos,
el Cristo preexistente, ni la distinción bíblica
entre el Padre y el Hijo. Un análisis del modalismo revela cómo
esa doctrina contesta aquellas objeciones.
Los monarquianos modalistas tenían no solamente un concepto de Dios diferente al
concepto de los trinitarios, sino también tenían diversas
definiciones del Logos y del Hijo. Su posición básica era que el
Logos (Verbo) no es un ser personal distinto sino que
está unido con Dios en casi la misma manera que un hombre
y su palabra. Es un poder “indivisible e inseparable
del Padre,” tal como Justino Mártir describió aquella
creencia.22 Para Marcelo, el Logos es Dios mismo,
particularmente en cuanto a la actividad.23 Así entonces, el concepto
trinitario del Logos como un ser distinto (basado en la
filosofía de Filo) fue rechazado. Los modalistas aceptaban
la encarnación del Logos en Cristo, pero para ellos
eso significaba simplemente la extensión del Padre en
forma humana.
La idea modalista de la definición del Hijo es muy parecida a su concepto del Verbo.
Ellos mantenían que el Hijo se refiere al Padre
manifestado en carne. Praxeas negó la preexistencia del Hijo,
usando el término Hijo para referirse solamente a la
encarnación.24 La distinción entre el Padre y el Hijo es que
Padre se refiere a Dios en sí mismo en espíritu, pero Hijo se
refiere al Padre como manifestado en carne ( en Jesús ). El
Espíritu en Jesús era el Padre, pero Hijo se refiere
específicamente a la humanidad de Jesús y también a la
deidad. Claramente entonces, los modalistas no querían
decir que Padre es intercambiable con Hijo en
terminología. En cambio, ellos querían decir que las dos
palabras no implican las hipóstases distintas (personas) de
Dios sino solamente diversos modos del único Dios.
Juntando los dos conceptos del Logos y del Hijo, vemos cómo los modalistas pensaban
acerca de Jesús. Noeto dijo que Jesús era el Hijo
por causa de su nacimiento, pero que también era el
Padre.25 La doctrina modalista del Logos identificaba al
Espíritu de Cristo como el Padre. La encarnación era
como una teofanía final en la cual se revela el Padre
completamente. Sin embargo, esto no era el docetismo
(la creencia que Jesús era solamente un ser espiritual),
porque Praxeas y Noeto enfatizaban la naturaleza humana de
Jesús, especialmente sus debilidades y sus sufrimientos
humanos. Como en el trinitarismo, Jesús era “hombre
verdadero y Dios verdadero”; para los modalistas, Jesús
era la encarnación de la plenitud de la Deidad y no
apenas la encarnación de una persona distinta llamada el
Hijo o el Verbo.
La objeción más común hecha en contra del monarquianismo modalista era que esa
doctrina era Patripasiana; es decir, ella implicaba
que el Padre sufrió y
murió. Tertuliano era el primero de
acusar a los modalistas. El interpretaba el modalismo a
significar que el Padre es el mismo que el Hijo. Pero esto
significaría que el Padre murió, una imposibilidad
clara. De esta manera, Tertuliano buscaba ridiculizar y
refutar al modalismo.
Más tarde los historiadores, aceptando la discusión de Tertuliano como la verdad, han
identificado a la doctrina del modalismo como Patripasianismo.
Sin embargo, Praxeas explicó que mientras que Jesús
era el Padre encarnado, Jesús murió solamente en cuanto
a su humanidad, como el Hijo. Evidentemente Sabelio
negó la acusación de que el modalismo era lo mismo
que el Patripasianismo.
El debate entero puede ser resuelto
fácilmente si se reconoce que el modalismo no
enseñaba, tal como Tertuliano concluía, que el Padre es el
Hijo, sino que el Padre está en el Hijo. Como Comodiano
dijo, “el Padre entró en
el Hijo, un Dios por todas partes.”27 De igual manera, Sabelio explicó que el Logos no era
el Hijo sino que era vestido por el Hijo.28 Respondiendo a la carga, otros modalistas explicaban que el Hijo
sufrió, mientras que se compadeció el Padre o “sufrió con
el Hijo.” 29 Al decir esto ellos querían decir que el Hijo, el
hombre Jesús, sufrió y murió. El Padre, el Espíritu de
Dios dentro de Jesús, no podría haber sufrido ni haber
muerto en ningún sentido físico pero, sin embargo, El debe
haber sido afectado o haber participado en el sufrimiento
de la carne. Por consiguiente, Zeferino dijo, “Conozco
a un solo Dios, Jesucristo, y aparte de El no conozco a
ningún otro quien nacio o podría sufrir . . . No era
el Padre quien murió sino el Hijo.”
De estas declaraciones, parece ser claro
que los modalistas mantenían que el Padre
no era carne sino que se vistió o se manifestó en carne.
Murió la carne pero el Espíritu eterno no murió. Por lo
tanto, el Patripasianismo es un término engañoso e inexacto
que no se puede usar para definir al monarquianismo
modalista.
Básicamente, entonces, el monarquianismo modalista enseñaba que Dios no tiene ninguna
distinción de número sino solamente de nombre o de modo.
El término Hijo se refiere a la encarnación. Esto
significa que el Hijo no es
una naturaleza eterna, sino es un
modo de la actividad de Dios hecho especialmente con el
propósito de la salvación de la humanidad. No hay Hijo
preexistente, pero uno puede hablar del Cristo
preexistente puesto que el Espíritu de Cristo es Dios mismo.
El Logos se ve como algo que se refiere a la actividad
de Dios. Entonces, Jesús es el verbo o la actividad del
Padre vestido en carne. El Espíritu Santo no es un ser
distinto no más que el Logos.
El término Espíritu Santo describe
lo que Dios es, y se refiere al poder de Dios y a su
acción en el mundo. Entonces, los términos Logos y
Espíritu Santo se
refieren a Dios mismo, en modos
específicos de actividad.
El efecto del monarquianismo modalista es de reafirmar el concepto del Antiguo
Testamento de un Dios indivisible que puede manifestarse y se
manifiesta a Sí mismo y a su poder en muchas diversas
maneras. Además, Jesucristo se identifica como el único
Dios que se ha manifestado a sí mismo por medio de la encarnación
en un cuerpo humano. Así entonces el
modalismo reconoce la deidad plena de Jesús, mucho más
que el trinitarismo la reconoce, lo cual es exactamente lo
que los modalistas decían. La plenitud y la perfección de Dios
está en Jesús.
En resumen, el monarquianismo modalista puede ser definido como la creencia que
Padre, Hijo, y Espíritu Santo son las manifestaciones de un
solo Dios sin posibles distinciones de personas.
Además, el único Dios se expresa completamente en la persona
de Jesucristo.
NOTAS
CAPITULO X
Heick, 1, 46-48.
Kenneth Latourette, A History of
Christianity (Nueva York: Harper y Row, 1953), p. 143.
3“Baptism
(Early Christian) (Bautismo [Cristiano Primitivo]),”
Encyclopedia of Religion and Ethics
(Nueva York: Charles Scribner
e Hijos, 1951), p. 385.
4KIotsche,
E. H., The History of Christian Doctrine (Grand
Rapids: Baker Book House, 1979 ),
p. 18.
5“Monarchianism
(Monarquianismo),” Encyclopedia Britannica,
XV 686.,
6Heick, 1,
150.
7“Sabellius
(Sabelio),” Encyclopedia Britannica, XIX, 791.
8Loc. cit.
9Tertuliano,
Against Praxeas, 3, rpt. en Alexander Roberts y San-
tiago Donaldson, editores, Los
Padres Ante-Nicenses (rpt. Grand
Rapids: Eerdmans, 1977), III,
598-599.
10Thomas Weisser, After the Way Called Heresy (n.p., 1981), p.
115.
11Heick, I, 268.
12“Servetus, Michael (Miguel Serveto),” Encylopedia Britannica,
XX, 371-372.
13“Unitarianism (Unitarianismo),” Encyclopedia of Religion and
Ethics, XII, 520.
14Walter Nigg, The Heretics (Nueva York: Alfred A. Knopf, 1962),
pp. 324-328.
15Emmanuel Swedenborg, The Mystery of God? (1771; rpt. Port-
land, Or.: Apostolic Book
Publishers, n.d.), p. 29. Véase Emmanuel
Swedenborg, The True Christian
Religion. (Nueva York: Houghton,
Mifflin, 1907), I, 42.
16David Campbell, All the Fulness (Hazelwood, Mo: Word Aflame
Press, 1975), pp. 167-173.
17Buswell, 1, 123.
18Fred Foster, Their Story: 20th Century Pentecostals (Hazel-
wood, MO: Word Aflame Press, 1981),
pp. 120-122, citando Parham,
A Voice Crying in the Wilderness,
pp. 23-24.
19“Trinity, Holy (Trinidad, Santa),” The New Catholic Encyclope-
dia, XIV 295-305.,
20Adolph Harnack, History of Dogma (Londres; Williams y Nor-
gate,211897), III, 51-54.
“Monarchianism (Monarquianismo),” The
New Schaff-Herzog
Encyclopedia of Religious
Knowledge, VII, 454-458.
H. A. Wolfson, The Philosophy of
the Church Fathers (Cam-
bridge, Massachusetts: Prensa De la
Universidad De Harvard, 1970), I,
581-584.
23J.A, Dorner, Doctrine of the Person of Christ (Edinburgo: T. y T.
Clark, 1870), II, 273.
24Ibid, II, 20.
25Wolfson, I, 591.
26“Monarchianism (Monarquianismo),” The Encyclopedia of
Religion and Ethics, VIII, 780.
27Wolfson, I, 583-584.
28Dorner, II, 164.
29Harnack, III, 68.
30Jules Lebreton y Jacques Zeiller, Heresy and Orthodoxy, Vol. IV
de A History of the Early Church
(Nueva York: Collier, 1962), p. 155.
31Harnack, III, 63.
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