quinta-feira, 10 de janeiro de 2013

Capitulo 10. - CREYENTES DE LA UNICIDAD EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA

Capítulo 10. - CREYENTES DE LA UNICIDAD EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA

Tal como hemos visto en los capítulos anteriores, la Biblia enseña    consistentemente la Unicidad de Dios. Sin embargo, el mundo religioso de hoy quisiera que creyéramos que a través de la historia la iglesia cristiana ha aceptado la doctrina de la trinidad. ¿Es esto realmente la verdad? ¿Eran trinitarios los líderes de la iglesia en la época después del tiempo de los apóstoles? ¿Había algunos creyentes de la Unicidad en la historia de la iglesia?
     De nuestra investigación acerca de este tema, hemos llegado a tres conclusiones que vamos a considerar en este capítulo. (1) De acuerdo a lo que sabemos los líderes cristianos primitivos en los días inmediatamente después
de la época apostólica eran de la Unicidad. Es cierto que no enseñaban la doctrina de la trinidad como se desarrolló más tarde y como existe hoy. (2) Aun después de la aparición de la doctrina trinitaria en la última parte del
segundo siglo, la doctrina de la trinidad no reemplazó la Unicidad como la creencia dominante hasta alrededor de 300 A.D., y no llegó a ser establecida universalmente hasta fines del cuarto siglo. (3) Aun después de que el
trinitarismo llegara a ser dominante, los creyentes de la Unicidad continuaban en existiencia a través de la historia de la iglesia.

La Época después del Tiempo de los Apóstoles

    Los historiadores de la iglesia convienen que la doctrina de la trinidad no existía como la conocemos hoy en la época inmediatamente después del tiempo de los apóstoles. ( Véase el Capítulo XI. ) Los líderes cristianos que seguían a los apóstoles no hacían ninguna referencia a la trinidad, sino al contrario, ellos afirmaban su creencia en el monoteísmo del Antiguo Testamento y aceptaban sin cuestionarla la deidad y la humanidad de Jesucristo.1 Puesto que estos líderes enfatizaban las doctrinas asociadas con la Unicidad, puede ser presumido que la iglesia después del tiempo de los apóstoles aceptó la Unicidad de Dios.
    Los líderes más prominentes del tiempo después de los apóstoles eran Hermas, Clemente de Roma, Policarpio, e Ignacio. Sus ministerios abarcaban el tiempo desde cerca de 90 a 140 D.C.
    Ireneo, un prominente líder cristiano que murió alrededor de 200 D.C., tenía una teología intensamente Cristocéntrica y una creencia firme que Jesús era Dios manifestado en carne. El sostenía que el Verbo que se encarnó en Jesucristo era la mente de Dios, y era el Padre mismo.
    Algunos eruditos clasifican a Ireneo como un creyente en la “trinidad económica.” Esta idea sostiene que no hay trinidad eterna sino solamente una trinidad temporal. Es muy probable, por lo tanto, que Ireneo creía en una
trinidad de las actividades o de las funciones de Dios más bien que en una trinidad de personas, y entonces él era un creyente de la Unicidad. Ciertamente él no era un creyente en la doctrina de la trinidad que se desarrolló más tarde.
    No encontramos ninguna referencia a la trinidad como tal en las escrituras que fueron escritas en los tiempos inmediatamente después de los apóstoles; se refieren solamente a un solo Dios y a Jesús como Dios. Referencias que posiblemente hacen referencia a la doctrina trinitaria emergente, sin embargo, aparecen en algunos escritos del segundo siglo, principalmente en algunas
pocas referencias que parecen apuntar hacia una fórmula bautismal trinitaria.
    Hay varias posibles explicaciones para éstas pocas aparentes referencias a un concepto trinitario en aquellos escritos. 
(1). Los lectores y los eruditos trinitarios pueden interpretar mal estos pasajes debido a sus propios prejuicios, tal como interpretaron mal otros pasajes de la Biblia como por ejemplo Mateo 28:19. 
(2) Hay una posibilidad fuerte que copistas trinitarios más tarde agregaron pasajes propios—una práctica muy común en la historia de la iglesia. Esto es probable debido a que las únicas copias existentes de esos escritos fueron escritas siglos después que las originales fueron escritas. Por ejemplo, un escrito primitivo llamado el Didaché dice que la comunión debe ser administrada solamente a los que son bautizados en el nombre del Señor, pero ese  escrito también menciona bautismo en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.3 Sin embargo, la copia más primitiva que existe del Didaché tiene la fecha 1056 D.C.4 
(3). Sin duda la doctrina falsa había comenzado ya a inundar la iglesia en algunos casos.  De hecho, las doctrinas falsas existían en los días apostólicos   ( Apocalipsis 2-3 ),  aun la doctrina falsa acerca de Cristo  ( II Juan 7; Judas 4 ). En balance, sin embargo, concluimos de la evidencia histórica que los líderes de la iglesia en la época inmediatamente después de los días de los doce apóstoles de Cristo eran creyentes de la Unicidad.

La Unicidad era la Creencia Dominante en los Siglos Dos y Tres

    Hemos indicado que la Unicidad era la única creencia significativa en los principios del segundo siglo con respecto a la Deidad. Aun cuando algunas formas del binitarismo y del trinitarismo comenzaron a desarrollarse ellas no ganaron el dominio hasta la última parte de tercer siglo. Durante este tiempo había muchos líderes y profesores de la Unicidad que se oponían a este cambio en la doctrina. ( Para ver el apoyo de nuestra aserción que la Unicidad era la creencia predominante durante el período inmediatamente después de los apóstoles, véase el escrito de investigación “El Monarquianismo Modalista: La Unicidad en la Historia de la Iglesia Primitiva” al fin de este capítulo. Este papel describe a los profesores principales de la Unicidad y su doctrina en este período en la historia de la iglesia.)

Monarquianismo Modalista

   El monarquianismo modalista es el término usado lo más frecuentemente por los historiadores de la iglesia para referirse a la doctrina de la Unicidad. La Enciclopedia Britannica la define como sigue:
    “El monarquianismo modalista, concibiendo que moraba toda la plenitud de la Deidad en Cristo, desaprobaba la ‘subordinación’ de algunos escritores de la iglesia, y mantenía que los nombres Padre é Hijo eran solamente designaciones diferentes del mismo tema, el único Dios, quién referente a las relaciones en las cuales El se había presentado previamente al mundo se llama el Padre, pero referente a Su aparencia en la humanidad se llama el Hijo.’”
Los líderes modalistas más prominentes eran Noeto de Esmirna, Praxeas, y Sabelio. Noeto era el profesor de Praxeas en Asia Menor, Praxeas predicaba en Roma cerca del año 190, y Sabelio predicaba en Roma cerca del año 215.6
Puesto que Sabelio era el modalista más prominente, los historiadores a menudo llaman la doctrina el Sabelianismo. Sabelio confiaba mucho en la Escritura, especialmente los pasajes como Éxodo 20:3, Deuteronomio 6:4, Isaías 44:6, y Juan 10:38.7  El dijo que Dios se reveló a sí mismo como
el Padre en la creación, el Hijo en la encarnación, y el Espíritu Santo en la regeneración y la santificación.
Algunos interpretan que esto significa que él creía que estas tres manifestaciones eran terminantemente sucesivas en tiempo. Si es así, El no refleja las creencias del modalismo primitivo ni de la Unicidad moderna.
    La Enciclopedia Britannica describe la creencia de Sabelio de esta manera: “su propósito central era al efecto de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son la misma persona, los tres nombres siendo unidos así a uno y el mismo ser. Lo que pesaba más con Sabelio era el interés monoteísta.” 8
    Conseguimos mucha de nuestra información acerca de los modalistas de Tertuiliano (quien murió cerca del año 225 ), quien escribió un papel en contra de Praxeas. En ese papel él indicó que durante su ministerio “la mayoría de
los creyentes” se adherían a la doctrina de la Unicidad.
“Los sencillos, de hecho (no los llamaré imprudentes y no preparados), que constituyen siempre la mayoría de los creyentes, están alarmados con la dispensación (de los tres en uno), sobre la misma base en que su misma Regla de Fé les saca a ellos de la pluralidad de dioses del mundo al único Dios verdadero; no entendiendo que, aunque El es el único Dios verdadero, uno tiene que creer en El con su propia economía. Ellos consideran que el orden numérico y la distribución de la Trinidad son divisiones de la Unicidad.” 9

Los Creyentes de la Unicidad desde el Cuarto Siglo hasta el Presente

Además de aquellos que hemos descrito en el manuscrito de investigación presentado en este capítulo, hemos hallado la evidencia de muchos otros creyentes de la Unicidad a través de la historia de la iglesia. Creemos que los creyentes que hemos descubierto representan solamente a una pequeña parte de la totalidad. Algunos escritores hallan evidencia que la doctrina de la Unicidad existía entre los priscilianistas (c. 350—c. 700), eucitas (c. 350—c. 900), y bogómiles (c. 900—c. 1400).1O Parece que la mayoría de los creyentes de la Unicidad no dejaron un registro escrito. Las obras escritas por otros fueron destruidas por sus opositores victoriosos. Muchos fueron perseguidos y martirizados, y sus obras fueron destruidas por el cristianismo oficial trinitario. No sabemos cuántos creyentes de la Unicidad y sus obras no fueron registrados en la historia, ni cuántos supuestos herejes eran realmente creyentes de la Unicidad. Lo que hallamos, sin embargo, revela que la creencia de la Unicidad sobrevivió a pesar de su oposición violenta.
    En la Edad Mediana, el erudito y teólogo prominente Abelardo ( 1079—1142 ) fue acusado de haber enseñado la doctrina de Sabelio ( la Unicidad ) Eventualmente sus enemigos le forzaron a retirarse de su profesión de maestro. Él buscó refugio en un monasterio en Cluny, Francia, y allí murió.
      La reforma produjo a muchos que se oponían a la doctrina de la trinidad a favor de la creencia de la Unicidad. Un antitrinitario prominente a la hora de la Reforma era Miguel Serveto (1511–1553), un médico notable de España. El tenía solamente unos pocos seguidores, aunque algunos historiadores consideran que era una fuerza motivadora para el desarrollo del unitarismo. Sin embargo, él definitivamente no era unitario, porque reconocía a Jesús como Dios. La siguiente descripción de él indica claramente que era un verdadero creyente en la Unicidad: “La negación por Serveto de la tripersonalidad de la Deidad y de la eternalidad del Hijo, juntamente con
su anabautismo, hace que su sistema sea repugnante a católicos y a protestantes igualmente, a pesar de su intenso conocimiento bíblico, su devoción apasionada a la persona de Cristo, y su esquema cristocéntrica del
universo.”12
      Serveto escribió, “No hay ninguna otra persona de Dios sino Cristo . . . la Deidad entera del Padre está en él.” 13 Serveto llegó al extremo de llamar la doctrina de la trinidad un monstruo de tres cabezas. El creía que conducía necesariamente al politeísmo y que era un engaño del diablo. También creía que Dios permitió que la iglesia viniera bajo el dominio del papado y así perdiera a Cristo. El no podía entender por qué los Protestantes saldrían del
catolicismo pero todavía insistirían en la retención de la doctrina de la trinidad que había sido ideada por los hombres y era extrabíblica.
      Serveto fue quemado en la estaca en 1553 a causa de su creencia en la Unicidad, con la aprobación de Juan Calvino ( aunque Calvino hubiera preferido que fuera decapitado.).     Emanuel Swedenborg (1688–1772) era un filósofo Sueco y un escritor religioso que expresaba una buena comprensión de la Unicidad de Dios. El enseñaba un número de otras doctrinas que son muy diferentes de las que creemos, pero tenía una revelación de quién realmente es Jesús. El utilizó el término trinidad pero dijo que significaba solamente “tres modos de manifestación” y no una trinidad de personas eternas. Utilizaba Colosenses 2:9 para probar que toda la “trinidad” estaba en Cristo Jesús, y hacía referencia a Isaías 9:6 y Juan 10:30 para probar que Jesús era el Padre. El negó que el Hijo era engendrado desde la eternidad, manteniendo la opinión de que el Hijo de Dios era la humanidad por medio de la cual Dios se envió a sí mismo al mundo. El también creía que Jesús era Yhwh-Jehová Dios quien asumió la humanidad para salvar a la humanidad. Swedenborg escribió:

“Quienquiera que no se acerca al Dios verdadero del cielo y de la tierra, no puede tener entrada en el cielo, porque el cielo es el cielo de ese único Dios, y ése Dios es Cristo Jesús, quién es Yhwh-Jehová el Señor, desde la eternidad el Creador, en tiempo el Redentor, y a la eternidad el Regenerador: de consecuencia, que es a la vez el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo y éste es el Evangelio que debe ser predicado.”.
    El vio a Dios ( Jesús ) como compuesto por Padre, Hijo, y Espíritu tal como el hombre se compone de alma, cuerpo, y espíritu—una analogía no particularmente apropiada. Sin embargo, la explicación de Swedenborg de la Deidad es muy similar a la explicación de los creyentes modernos de la Unicidad.
    El siglo décimonoveno vio la aparición de escritores de la Unicidad. Un creyente de la Unicidad en América era un ministro Presbiteriano llamado John Miller. En su libro, ¿Es Dios Una Trinidad? escrito en 1876, él utilizó
una terminología levemente diferente de la de los escritores modernos de la Unicidad, pero las creencias que él expresó son básicamente idénticas a las de los creyentes de la Unicidad del día de hoy. Es asombroso leer su libro y ver cuan de cerca él paralela la enseñanza moderna de la Unicidad, incluyendo su tratamiento de Mateo 28:19. Miller creía que la doctrina de la trinidad no era bíblica y que obstaculizaba grandemente a la iglesia en alcanzar a los judíos y a los musulmanes. El enfáticamente declaraba la deidad plena de Cristo Jesús.

    Los creyentes de la Unicidad existían también en la Inglaterra del siglo décimonoveno. David Campbell divulgó que había hallado un libro escrito en 1828 que enseñaba la Unicidad. El autor era Juan Clowes, pastor de la iglesia de San Juan en Manchester.
    En el vigésimo siglo, los pentecostales de la Unicidad han sido la fuerza de la Unicidad de más renombre, aunque algunos eruditos clasifican el conocido teólogo neo-ortodoxo Karl Barth como modalista (de la Unicidad). Carlos Parham, el primer líder en el movimiento pentecostal del siglo vigésimo, comenzó a administrar el bautismo en agua en el nombre de Jesús, aunque él al parecer no ligó esta práctica a una negación explícita del trinitarismo. Después de 1913, muchos pentecostales rechazaron al trinitarismo y la fórmula bautismal trinitaria, dando comienzo al movimiento moderno pentecostal de la Unicidad.
    Un número de organizaciones pentecostales de la Unicidad existen hoy. Los principales con sede en Los Estados Unidos de América son: La Iglesia Pentecostal Unida Internacional (por mucho la más grande), Las Asambleas Pentecostales Del Mundo, Las Iglesias Mundiales Del Camino Bíblico del Señor Jesucristo, Las Asambleas del Señor Jesucristo, La Iglesia Nuestro Señor Jesucristo De La Fe Apostólica, y La Iglesia Apostólica Vencedora Santa de Dios. Los grupos de la Unicidad con sede en otros países incluyen La Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, una iglesia indígena y la iglesia más grande que no es Católica en el país; La Iglesia Apostólica De La Fe en Cristo Jesús, con sede en México; el movimiento Pentecostal de la Unicidad en Rusia; y La Iglesia Verdadera de Jesús, una iglesia indígena fundada por los creyentes Chinos en el continente pero cuya sede ahora está en Taiwán.
Hay muchas organizaciones más pequeñas ( aproximadamente 130 a nivel mundial), iglesias independientes, y confraternidades carismáticas que tienen la doctrina de la Unicidad Pentecostal.
    Para documentar aun más algunas de las declaraciones hechas en este capítulo, hemos reproducido abajo un escrito de investigación que se preparó en 1978 para una clase de religión en la Universidad Rice en Houston, Tejas. En particular, observa dos conclusiones importantes en los primeros párrafos de este escrito: 
(1) El trinitarismo no se estableció sólidamente antes del fin del cuarto siglo;
(2) La gran mayoría de todos los cristianos en la iglesia del período después de la iglesia primitiva abrazaron la Unicidad, y era la doctrina más poderosa para oponerse a las ideas del trinitarismo mientras que ganaba la aceptación entre los líderes de la iglesia.
    Estas conclusiones y la información presentada en el escrito no son simplemente nuestras, sino las hemos tomado de los reconocidos historiadores y de otras fuentes reputables de la iglesia que se nombran en las notas al pie de la página y en la bibliografía.

EL MONARQUIANISMO MODALISTA:
  LA UNICIDAD EN LA HISTORIA
    DE LA IGLESIA PRIMITIVA
por David Bernard

    ¿Cuál es la naturaleza de Dios? ¿Cuál es relación de Jesucristo para con Dios? Estas dos preguntas son fundamentales al cristianismo. La respuesta tradicional del cristianismo se da por medio de su doctrina de la trinidad.
Sin embargo, en los primeros siglos del cristianismo esta formulación de ninguna manera significaba la respuesta definitiva. De hecho, La Nueva Enciclopedia Católica dice que en el segundo siglo D. C. “una solución trinitaria todavía estaba en el futuro” y ése dogma trinitaria “no estaba sólidamente establecida . . . antes del fin del 4to siglo.”.
    Había muchas explicaciones de la naturaleza de Dios y de Cristo, varias de las cuales se gozaban de una extensa aceptación. Una de las más importantes de éstas era el monarquianismo modalista, la cual afirmaba tanto la Unicidad absoluta de la Deidad como la divinidad de Jesucristo.
    Según el historiador eclesiástico Adolfo Harnack, el monarquianismo modalista era el rival más peligroso al trinitarismo en el período de 180 D.C. a 300 D.C. De algunos pasajes de Hipólito, Tertuliano, y Origen él concluye que el modalismo era la teoría oficial en Roma por casi una generación, y que en una fecha era “abrazada por la gran mayoría de todos los cristianos.” 
    A pesar de su evidente importancia, es difícil llegar a una descripción completa de lo que el monarquianismo modalista realmente era. Algunos de los más prominentes modalistas eran Noeto, Praxeas, Sabelio, Epígono,
Cleómenes, Marcelo de Ancira, y Comodiano. Por lo menos dos obispos Romanos (más tarde clasificados como papas), Calisto y Zeferino, fueron acusados de ser modalistas por sus opositores. Es difícil obtener la información exacta acerca de estos hombres y sus creencias porque las fuentes históricas existentes eran todas escritas por sus opositores trinitarios que tenían el propósito de refutar la doctrina de sus antagonistas.
    Indudablemente, la doctrina de los modalistas fue mal interpretada, tergiversada, y torcida en el proceso. Es imposible, por lo tanto, hallar una descripción precisa de las creencias de un cierto modalista. Sin embargo, juntando diversas declaraciones acerca de estos varios hombres, es posible llegar a una comprensión bastante buena del modalismo. Por ejemplo, posiblemente había algunas diferencias entre las teologías de Noeto, Praxeas, Sabelio, y Marcelo; es difícil de determinar cuán serias eran aquellas diferencias. Sin embargo, es cierto que cada uno mantenía una creencia en la deidad plena de Jesucristo mientras que admitía ninguna distinción de personas en la Deidad.
    La doctrina modalista generalmente se explica simplemente como la creencia que el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo son solamente manifestaciones, o modos, del único Dios (monarquía), y que no son tres personas distintas (hypostases). Debe ser distinguida del monarquianismo dinámico que también mantenía la Unicidad de Dios. El monarquianismo dinámico declaraba que Jesús era un ser inferior y subordinado a Dios. Más precisamente, el monarquianismo modalista es la creencia que considera a “Jesús como la encarnación de la Deidad” y como “el Padre encarnado.” 21
    Esta idea tiene la ventaja obvia de mantener la fuerte tradición monoteísta judía mientras que también afirma la antigua creencia cristiana en Jesús como Dios. A la misma vez evita las paradojas y los misterios del dogma trinitaria. Sin embargo, los trinitarios mantenían que no explicaba adecuadamente el Logos, el Cristo preexistente, ni la distinción bíblica entre el Padre y el Hijo. Un análisis del modalismo revela cómo esa doctrina contesta aquellas objeciones.
    Los monarquianos modalistas tenían no solamente un concepto de Dios diferente al concepto de los trinitarios, sino también tenían diversas definiciones del Logos y del Hijo. Su posición básica era que el Logos (Verbo) no es un ser personal distinto sino que está unido con Dios en casi la misma manera que un hombre y su palabra. Es un poder “indivisible e inseparable del Padre,” tal como Justino Mártir describió aquella creencia.22 Para Marcelo, el Logos es Dios mismo, particularmente en cuanto a la actividad.23 Así entonces, el concepto trinitario del Logos como un ser distinto (basado en la filosofía de Filo) fue rechazado. Los modalistas aceptaban la encarnación del Logos en Cristo, pero para ellos eso significaba simplemente la extensión del Padre en forma humana.
    La idea modalista de la definición del Hijo es muy parecida a su concepto del Verbo. Ellos mantenían que el Hijo se refiere al Padre manifestado en carne. Praxeas negó la preexistencia del Hijo, usando el término Hijo para referirse solamente a la encarnación.24 La distinción entre el Padre y el Hijo es que Padre se refiere a Dios en sí mismo en espíritu, pero Hijo se refiere al Padre como manifestado en carne ( en Jesús ). El Espíritu en Jesús era el Padre, pero Hijo se refiere específicamente a la humanidad de Jesús y también a la deidad. Claramente entonces, los modalistas no querían decir que Padre es intercambiable con Hijo en terminología. En cambio, ellos querían decir que las dos palabras no implican las hipóstases distintas (personas) de Dios sino solamente diversos modos del único Dios. 
Juntando los dos conceptos del Logos y del Hijo, vemos cómo los modalistas pensaban acerca de Jesús. Noeto dijo que Jesús era el Hijo por causa de su nacimiento, pero que también era el Padre.25 La doctrina modalista del Logos identificaba al Espíritu de Cristo como el Padre. La encarnación era como una teofanía final en la cual se revela el Padre completamente. Sin embargo, esto no era el docetismo (la creencia que Jesús era solamente un ser espiritual), porque Praxeas y Noeto enfatizaban la naturaleza humana de Jesús, especialmente sus debilidades y sus sufrimientos humanos. Como en el trinitarismo, Jesús era “hombre verdadero y Dios verdadero”; para los modalistas, Jesús era la encarnación de la plenitud de la Deidad y no apenas la encarnación de una persona distinta llamada el Hijo o el Verbo.
    La objeción más común hecha en contra del monarquianismo modalista era que esa doctrina era Patripasiana; es decir, ella implicaba que el Padre sufrió y
murió. Tertuliano era el primero de acusar a los modalistas. El interpretaba el modalismo a significar que el Padre es el mismo que el Hijo. Pero esto significaría que el Padre murió, una imposibilidad clara. De esta manera, Tertuliano buscaba ridiculizar y refutar al modalismo.
    Más tarde los historiadores, aceptando la discusión de Tertuliano como la verdad, han identificado a la doctrina del modalismo como Patripasianismo. Sin embargo, Praxeas explicó que mientras que Jesús era el Padre encarnado, Jesús murió solamente en cuanto a su humanidad, como el Hijo. Evidentemente Sabelio negó la acusación de que el modalismo era lo mismo que el Patripasianismo.
    El debate entero puede ser resuelto fácilmente si se reconoce que el modalismo no enseñaba, tal como Tertuliano concluía, que el Padre es el Hijo, sino que el Padre está en el Hijo. Como Comodiano dijo, “el Padre entró en
el Hijo, un Dios por todas partes.”27 De igual manera, Sabelio explicó que el Logos no era el Hijo sino que era vestido por el Hijo.28 Respondiendo a la carga, otros modalistas explicaban que el Hijo sufrió, mientras que se compadeció el Padre o “sufrió con el Hijo.” 29 Al decir esto ellos querían decir que el Hijo, el hombre Jesús, sufrió y murió. El Padre, el Espíritu de Dios dentro de Jesús, no podría haber sufrido ni haber muerto en ningún sentido físico pero, sin embargo, El debe haber sido afectado o haber participado en el sufrimiento de la carne. Por consiguiente, Zeferino dijo, “Conozco a un solo Dios, Jesucristo, y aparte de El no conozco a ningún otro quien nacio o podría sufrir . . . No era el Padre quien murió sino el Hijo.”

     De estas declaraciones, parece ser claro que los modalistas mantenían que el Padre no era carne sino que se vistió o se manifestó en carne. Murió la carne pero el Espíritu eterno no murió. Por lo tanto, el Patripasianismo es un término engañoso e inexacto que no se puede usar para definir al monarquianismo modalista.
     Básicamente, entonces, el monarquianismo modalista enseñaba que Dios no tiene ninguna distinción de número sino solamente de nombre o de modo. El término Hijo se refiere a la encarnación. Esto significa que el Hijo no es
una naturaleza eterna, sino es un modo de la actividad de Dios hecho especialmente con el propósito de la salvación de la humanidad. No hay Hijo preexistente, pero uno puede hablar del Cristo preexistente puesto que el Espíritu de Cristo es Dios mismo. El Logos se ve como algo que se refiere a la actividad de Dios. Entonces, Jesús es el verbo o la actividad del Padre vestido en carne. El Espíritu Santo no es un ser distinto no más que el Logos.
El término Espíritu Santo describe lo que Dios es, y se refiere al poder de Dios y a su acción en el mundo. Entonces, los términos Logos y Espíritu Santo se
refieren a Dios mismo, en modos específicos de actividad.
    El efecto del monarquianismo modalista es de reafirmar el concepto del Antiguo Testamento de un Dios indivisible que puede manifestarse y se manifiesta a Sí mismo y a su poder en muchas diversas maneras. Además, Jesucristo se identifica como el único Dios que se ha manifestado a sí mismo por medio de la encarnación en un cuerpo humano. Así entonces el modalismo reconoce la deidad plena de Jesús, mucho más que el trinitarismo la reconoce, lo cual es exactamente lo que los modalistas decían. La plenitud y la perfección de Dios está en Jesús.
    En resumen, el monarquianismo modalista puede ser definido como la creencia que Padre, Hijo, y Espíritu Santo son las manifestaciones de un solo Dios sin posibles distinciones de personas. Además, el único Dios se expresa completamente en la persona de Jesucristo.

NOTAS
CAPITULO X
      Heick, 1, 46-48.
      Kenneth Latourette, A History of Christianity (Nueva York: Harper y Row, 1953), p. 143.
     3“Baptism (Early Christian) (Bautismo [Cristiano Primitivo]),”
Encyclopedia of Religion and Ethics (Nueva York: Charles Scribner
e Hijos, 1951), p. 385.
     4KIotsche, E. H., The History of Christian Doctrine (Grand
Rapids: Baker Book House, 1979 ), p. 18.
     5“Monarchianism (Monarquianismo),” Encyclopedia Britannica,
XV 686.,
     6Heick, 1, 150.
     7“Sabellius (Sabelio),” Encyclopedia Britannica, XIX, 791.
     8Loc. cit.
     9Tertuliano, Against Praxeas, 3, rpt. en Alexander Roberts y San-
tiago Donaldson, editores, Los Padres Ante-Nicenses (rpt. Grand
Rapids: Eerdmans, 1977), III, 598-599.
     10Thomas Weisser, After the Way Called Heresy (n.p., 1981), p.
115.
     11Heick, I, 268.
     12“Servetus, Michael (Miguel Serveto),” Encylopedia Britannica,
XX, 371-372.
     13“Unitarianism (Unitarianismo),” Encyclopedia of Religion and
Ethics, XII, 520.
     14Walter Nigg, The Heretics (Nueva York: Alfred A. Knopf, 1962),
pp. 324-328.
     15Emmanuel Swedenborg, The Mystery of God? (1771; rpt. Port-
land, Or.: Apostolic Book Publishers, n.d.), p. 29. Véase Emmanuel
Swedenborg, The True Christian Religion. (Nueva York: Houghton,
Mifflin, 1907), I, 42.
     16David Campbell, All the Fulness (Hazelwood, Mo: Word Aflame
Press, 1975), pp. 167-173.
     17Buswell, 1, 123.
     18Fred Foster, Their Story: 20th Century Pentecostals (Hazel-
wood, MO: Word Aflame Press, 1981), pp. 120-122, citando Parham,
A Voice Crying in the Wilderness, pp. 23-24.
     19“Trinity, Holy (Trinidad, Santa),” The New Catholic Encyclope-
dia, XIV 295-305.,
     20Adolph Harnack, History of Dogma (Londres; Williams y Nor-
gate,211897), III, 51-54.
       “Monarchianism (Monarquianismo),” The New Schaff-Herzog
Encyclopedia of Religious Knowledge, VII, 454-458.
H. A. Wolfson, The Philosophy of the Church Fathers (Cam-
bridge, Massachusetts: Prensa De la Universidad De Harvard, 1970), I,
581-584.
    23J.A, Dorner, Doctrine of the Person of Christ (Edinburgo: T. y T.
Clark, 1870), II, 273.
    24Ibid, II, 20.
    25Wolfson, I, 591.
    26“Monarchianism (Monarquianismo),” The Encyclopedia of
Religion and Ethics, VIII, 780.
    27Wolfson, I, 583-584.
    28Dorner, II, 164.
    29Harnack, III, 68.
    30Jules Lebreton y Jacques Zeiller, Heresy and Orthodoxy, Vol. IV
de A History of the Early Church (Nueva York: Collier, 1962), p. 155.
    31Harnack, III, 63.

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