Capitulo 8 - EXPLICACIONES DEL NUEVO TESTAMENTO. - LOS EVANGELIOS
Este capítulo habla de las referencias encontradas principalmente en los Evangelios
que algunos han usado para enseñar una pluralidad de
personas en la Deidad.
Aunque el capítulo siguiente explorará
los pasajes de los Hechos a Apocalipsis, este capítulo
explicará algunas de ellas a como se relacionan con las
preguntas que surgen dentro de los Evangelios. Debemos
armonizar todos estos versiculos de Escritura con el
resto de la palabra de Dios, que enseña un solo Dios. Es
bastante interesante notar que estos versiculos apoyan la
unicidad de Dios cuando se entienden correctamente.
Cuatro Ayudas Importantes para el
Entendimiento
Desde el principio de nuestra
discusión, queremos enfatizar cuatro puntos
importantes. Si entendemos éstos claramente, la mayoría de los
versiculos que parecen difíciles de entender se explicarán
facilmente.
1. Cuando vemos un plural (especialmente una dualidad) utilizado referente a Jesús,
debemos pensar en la humanidad y en la deidad de
Jesucristo. Hay una verdadera dualidad, pero es una
distinción entre el Espíritu y la carne, y no una distinción de
personas de Dios.
2. Cuando leemos un pasaje difícil en relación con Jesús, debemos preguntar si le
describe en su papel como Dios o en su papel como
hombre, o ambos. ¿Habla El como Dios o como hombre en este
caso? Recuerde que Jesús tiene una naturaleza dual
como ningún otro ha tenido.
3. Cuando vemos un plural en relación a Dios, debemos verlo como una pluralidad de
papeles o relaciones con la humanidad, y no como una
pluralidad de personas.
4. Debemos recordar que los escritores del Nuevo Testamento no tenían ningún concepto
de la doctrina de la trinidad, la cual siempre estaba
en el futuro lejano en el período cuando ellos escribían
las Escrituras. Ellos procedían de un trasfondo judío que
era estrictamente monoteísta; la doctrina de un solo
Dios no era de ninguna manera un punto de discusión
para ellos. Algunos pasajes pueden parecerse
“trinitarios” a nosotros en el primer vistazo porque los
trinitarios a través de los siglos los han utilizado y los han
interpretado conforme a su doctrina. Sin embargo, a los de la
Iglesia primitiva, quienes no tenían ningún concepto
acerca de la doctrina de la trinidad que estaba todavía
en el futuro, en su creencia del Dios poderoso en
Cristo, estos mismos pasajes eran muy normales,
ordinarios, y fácilmente comprensibles. Ellos no tenían ninguna
intención de contradecir la doctrina del
monoteísmo estricto y la deidad de Jesús Cristo.
Con estos cuatro puntos en mente, queremos estudiar algunos pasajes específicos de las Sagradas Escrituras.
El Bautismo De Cristo
“Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le
fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como
paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los
cielos, que decía, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia” ( Mateo 3:16-17 ).
Según este pasaje, el hijo de Dios fue bautizado, el Espíritu descendió como una paloma,
y una voz habló de los cielos. Lucas 3:22 agrega
además que “descendió el
Espíritu Santo sobre él en forma
corporal, como paloma.”
Para poder entender esta escena correctamente, debemos recordar que Dios es
omnipresente. Jesús es Dios y era Dios manifestado en
carne mientras que él estaba en la tierra. Él no podría
sacrificar su omnipresencia mientras que estaba en la
tierra, y no lo hizo, porque eso es uno de los atributos básicos
de Dios, y Dios no cambia. Por supuesto, el cuerpo
físico de Jesús no era omnipresente, pero su Espíritu sí
era. Además, aunque la plenitud del carácter de Dios era
residente en el cuerpo de Jesús, el Espíritu omnipresente
de Jesús no podía ser contenido así. Entonces, Jesús
podría estar en la tierra y el cielo en el mismo tiempo ( Juan
3:13 ) y con dos o tres de sus discípulos en cualquier
momento ( Mateo 18:20 ).
Pensando en la omnipresencia de Dios podemos entender el bautismo de Cristo muy
fácilmente. No presentó ninguna difícultad para el
Espíritu de Jesús hablar de los cielos y a la vez enviar una
manifestación de su Espíritu en la forma de una paloma
mientras que su cuerpo humano estaba en el río Jordan.
La voz y la paloma no representan personas distintas asi
como no puede ser que la voz de Dios en el Sinaí
indica que la montaña era
una distinta persona inteligente en
la Deidad.
Puesto que la voz y la paloma eran manifestaciones simbólicas del único Dios
omnipresente, podemos preguntar ¿qué es lo que ellos
representaban? ¿Cuál era su
propósito? En primer lugar, debemos
preguntar ¿cuál era el propósito del bautismo de Jesus?
Ciertamente no fue bautizado para perdón de los
pecados como nosotros,
porque él era sin pecado ( I Pedro
2-22 ). Pero la Biblia dice que él fue bautizado para cumplir
toda justicia ( Mateo 3:15 ). Él es nuestro ejemplo y él
fue bautizado para darnos un ejemplo que debemos seguir
( I Pedro 2:21 ).
Por otra parte, Jesús fue bautizado como un medio de manifestarse, o de hacerse conocido
a Israel ( Juan 1:26- 27, 31 ). Es decir, Jesús utilizó el
bautismo como el punto
de partida de su ministerio. Era
una declaración pública de quién era y de lo que él vino a
hacer. Por ejemplo, en el bautismo de Cristo, Juan El
Bautista aprendió quién era Jesús. El no sabía que Jesús
realmente era el Mesías hasta su bautismo, y después de su
bautismo El podía declarar a la gente que Jesús era el Hijo de
Dios y el Cordero de Dios quien quita el pecado del mundo
( Juan 1:29-34 ).
Habiendo establecido los propósitos del bautismo de Cristo, veamos cómo la paloma y la
voz fomentaban aquellos propósitos.
Juan 1:32-34 indica claramente que la paloma era una señal para el bien de Juan el
Bautista. Puesto que Juan era el precursor de Yhwh-Jehová ( Isaías
40:3 ), él tenía que
saber que Jesús era realmente Yhwh-Jehová venido en carne. Dios le había dicho a Juan que el
que iba a bautizar con el Espíritu Santo sería identificado
por el Espíritu descendiendo sobre El. Por supuesto, Juan
era incapaz de ver al Espíritu de Dios ungiéndo a Cristo,
entonces Dios escogió una paloma como la señal visible de
su Espíritu. Así
entonces, la paloma era una señal
especial para hacer saber a Juan que Jesús era Yhwh-Jehová y
el Mesías.
La paloma también era un tipo de unción para significar el principio del ministerio
de Cristo. En el Antiguo Testamento, los profetas, los
sacerdotes, y los Reyes eran ungidos con aceite para indicar que
Dios los había escogido ( Exodo 28:41; 1 Reyes 19:16 ).
Los sacerdotes en particular eran lavados en agua y
ungidos con aceite ( Exodo 29:4, 7 ). El aceite simbolizaba el
Espíritu de Dios. El Antiguo Testamento predijo que
Jesús sería ungido en la misma manera ( Salmo 2:2; 45:7;
Isaías 61:1 ). De hecho, la palabra hebrea “Mesías” ( Cristo
en griego ) significa “el Ungido.” Jesús vino para
cumplir los papeles de profeta, sacerdote, y rey ( Hechos
3:20-23; Hebreos 3:1; Apocalipsis 1:5 ). Él también vino a
cumplir la ley ( Mateo 5:17-18 ), y para guardar su propia
ley. Él tenía que ser ungido como profeta, sacerdote, y
rey.
Puesto que Jesús era Dios mismo y un hombre sin pecado, ser ungido por un humano
pecaminoso y con aceite simbólico no era suficiente. Más bien,
Jesús fue ungido directamente por el Espíritu de
Dios. Entonces, en su bautismo en agua, Jesús fue ungido
oficialmente para el principio de su ministerio
terrenal, no por el aceite simbólico sino por el Espíritu de Dios en
la forma de una paloma.
La voz vino de los cielos para el bien del pueblo. Juan 12:28-30 registra un incidente
similar en el cual vino una voz del cielo y confirmó la deidad
de Jesús al pueblo. Jesús dijo que vino no para el
beneficio de él mismo sino para el bien del pueblo. La voz era
el medio por lo cual Dios formalmente le presentó a
Jesús a Israel como el Hijo de Dios. Mucha gente estaba
presente en el bautismo de Jesús y muchos estaban
recibiendo el bautismo también ( Lucas 3:21 ), entonces el
Espíritu escogió al hombre Jesús y le identificó delante de
todos como el Hijo de Dios por medio de una voz milagrosa del
cielo. Esto era mucho más eficaz y convencedor que un
anuncio que vendría de Jesús como hombre. Actualmente,
parece que esta manifestación milagrosa eficazmente
realizó el propósito que
tenía Jesús en su bautismo.
El bautismo de Jesús no enseña que
Dios es tres personas, sino solamente revela la
omnipresencia de Dios y la humanidad del Hijo de Dios.
Cuando Dios habla a cuatro personas diferentes en cuatro
continentes diversos al mismo tiempo, no pensamos de cuatro
personas de Dios, sino de la omnipresencia de Dios.
Dios no propuso que el bautismo les revelara a los judíos monoteístas
que estaban presentes una revelación
radicalmente nueva de una pluralidad dentro de la Deidad, y
no hay indicación que los judíos lo interpretaron así.
Incluso, muchos eruditos modernos no ven el bautismo de
Cristo como una indicación de una trinidad sino como
una referencia a “la unción autoritativa de Jesús como
Mesías.”
La Voz Del Cielo
Tres veces en la vida de Jesús vino
una voz del cielo:en su bautismo, en su
transfiguración ( Mateo 17:1-9 ), y después de su entrada triunfal a
Jerusalén ( Juan 12:20- 33 ). Acabamos de explicar que una
voz no indica a una persona distinta en la Deidad sino
a una otra manifestación del Espíritu omnipresente
de Dios.
En cada uno de los tres casos, la voz no venía para el beneficio de Jesús sino para el
bien de otros, y vino con un propósito específico. Como ya hemos
hablado, la voz en el bautismo de Cristo era parte de la
inauguración de su ministerio terrenal. Se presentaba
para el bien de la gente, tal como la paloma venía para el bien de
Juan. La voz le presentó a Jesús como el Hijo de Dios:
“Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” ( Mateo 3:17 ). Indiscutiblemente, la voz en la
transfiguración vino para el bien de los discípulos quienes estaban
presentes, porque el mensaje decía, “Este es mi Hijo
amado, en quien tengo complacencia; a él oid” ( Mateo
17:5 ). La tercera manifestación de la voz ocurrió cuando
un grupo de griegos (al parecer prosélites gentiles) se
presentaron para ver a Jesús. Jesús les explicó que la voz
no venía para su propio bien sino para el bien la gente
( Juan 12:30 ).
Las Oraciones De Cristo
¿Indican las oraciones de Cristo que hay una distinción de personas entre Jesús y el
Padre? No. Mas bien, sus oraciones indican una
distinción entre el Hijo de Dios y Dios. Jesús oró en Su humanidad,
no en Su deidad. Si las oraciones de Jesús demuestran
que la naturaleza divina de Jesús es diferente que la
del Padre, entonces Jesús es inferior al Padre en su deidad.
Es decir, si Jesús oró como Dios entonces su posición en
la Deidad sería de alguna manera inferior a las otras
“personas.” Este único ejemplo eficazmente destruye el
concepto de una trinidad de personas coiguales.
¿Cómo puede Dios orar y a la vez ser Dios? Por definición, Dios en su omnipotencia no
tiene ninguna necesidad de orar, y en su unicidad, no
tiene ningún otro ser a quién él pueda orar. Si las
oraciones de Jesús prueban que hay dos personas en la Deidad,
entonces una de aquellas personas está subordinada a la
otra y por lo tanto no es completa o verdaderamente Dios.
¿Cuál, entonces, es la explicación de las oraciones de Cristo? Solamente puede significar
que la naturaleza humana de Jesús oró al Espíritu
eterno de Dios. La naturaleza divina no necesitaba ayuda;
solamente la naturaleza humana la necesitaba. Como
Jesús dijo en el Huerto de Getsemaní, “El Espíritu a
la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” ( Mateo 26:41 ). Hebreos 5:7 dice claramente que Jesús tenía
necesidad de orar
solamente durante “los días de su
carne.” Durante la oración en Getsemaní, la voluntad
humana se sometió a la voluntad divina. Por medio de la
oración Su naturaleza humana aprendió a someterse y ser
obediente al Espíritu de Dios ( Filipenses 2:8; Hebreos
5:7-8 ). Esto no era una lucha entre dos voluntades divinas,
sino una lucha entre la voluntad humana y la voluntad
divina de Jesús. Como hombre Jesús se sometió a y recibió
fuerza de el Espíritu de Dios.
Algunos pueden oponerse a esta
explicación, afirmando que significa que Jesús oró a eí
mismo. Sin embargo,nosotros debemos darnos cuenta que
Jesús tenía dos naturalezas perfectas y completas—la
humana y la divinia, desemejante de cualquier otro ser humano.
Lo que sería absurdo o imposible para un hombre
ordinario no es tan extraño para Jesús. No decimos que
Jesús oró a sí Mismo, porque eso implica
incorrectamente que Jesús
tenía solamente una naturaleza tal
como los hombres ordinarios tienen. Al contrario,
decimos que la naturaleza humana de Jesús oró al Espíritu
divino de Jesús que moraba en el hombre.
La opción es sencilla. O Jesús como Dios oraba al Padre o Jesús como hombre oraba al
Padre. Si el primero fuera la verdad, entonces
tendríamos una forma de subordinacionismo o arianismo en los
cuales una persona en la Deidad es inferior a, y no coigual
con, una otra persona en la Deidad. Esto contradice el
concepto bíblico de un solo Dios, la deidad completa de
Jesús, y la omnipotencia de Dios. Si la segunda alternativa
es correcta, y nosotros creemos que así es, entonces no
existe ninguna distinción de personas en la Deidad. La única
distinción es entre la humanidad y la divinidad, y no
entre Dios y Dios.
“Dios Mio, Dios Mio,
¿Por Qué Me Has Desamparado?”
Este versiculo ( Mateo 27:46 ) no
puede describir una separación actual entre el Padre y
el Hijo porque Jesús es el Padre. Jesús dijo, “Yo y el
Padre uno somos.” ( Juan 10:30 ). La biblia indica que “Dios
estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” ( II
Corintios 5:19 ). Jesús era Dios Padre manifestado en carne
para reconciliar consigo al mundo. El gríto de Jesús en la
cruz no significó que el Espíritu de Dios había salido del
cuerpo, sino que no había ninguna ayuda del Espíritu en su muerte sacrificatoria de substitución para la
humanidad pecaminosa. No era una persona de la Deidad que
fue abandonada por
otra, sino más bien la naturaleza
humana que sintió la ira y el juicio de Dios sobre los pecados
de la humanidad.
No había dos hijos—uno divino y otro humano—pero había dos naturalezas—la divina y
la humana—fundidas en una persona. El Espíritu divino
no podía ser separado de la naturaleza humana con tal que
la vida humana continuara. Pero en su proceso
agonizante de la muerte, Jesús sufrió los dolores de
nuestros pecados. El morir se convirtió en muerte cuando él
rindió su Espíritu.
En otras palabras, lo que Jesús quería decir cuando él gritó, “Dios mio, Dios mio, ¿por
qué me has desamparado?” era que él había tomado el
lugar del hombre pecaminoso en la cruz y que él
había sufrido el castigo completo para el pecado. No había
disminución del sufrimiento debido a su deidad.
Puesto que todos han pecado ( Romanos 3:23 ) y la paga del
pecado es muerte ( Romanos 6:23 ), toda la humanidad
(con la excepción del Cristo sin pecado) merecía morir.
Cristo tomó nuestro lugar y sufrió la muerte que
merecíamos ( Romanos 5:6-9 ). Jesús era más que un mártir
valiente como Esteban y más que un sacrificio del Antiguo
Testamento, porque él murió en nuestro lugar y
experimentó por una época la muerte que nosotros merecíamos. En
la cruz, él murió por todos los hombres ( Hebreos
2:9 ). Esa muerte era más que una muerte física; también
implicó una muerte espiritual, que es la separación de
Dios ( II Tesalonicenses 1:9; Apocalipsis 20:14 ).
Nadie que vive en la tierra ha sentido esta muerte espiritual en su grado más
profundo, porque en Dios todos nosotros vivimos, nos movemos,
y somos ( Hechos 17:28 ). Aún el ateo se goza de
muchas cosas buenas tales como la alegría, el amor, y la vida
misma. Cada cosa buena viene de Dios ( Santiago
1:17) , y toda vida se origina en él y es mantenida por él.
Pero, Jesús experimentó la última muerte—la separación de
Dios que un pecador sentirá en el lago de fuego. El
sentía la angustia y la desesperación como si fuera un
hombre eternamente desamparado por Dios. Entonces, la
naturaleza humana de Jesús clamó en la cruz al tomar
Jesús sobre sí mismo el pecado del mundo entero y al
sentir el castigo eterno de la separación a causa de aquel
pecado ( I Pedro 2:24 ).
No debemos presumir que el Espíritu de Dios dejó el cuerpo de Jesús en el instante en
que él pronunció las palabras, “Dios mio, Dios mio, ¿por
qué me has desamparado?” El Espíritu divino dejó el
cuerpo humano solamente en la muerte. Hebreos 9:14
dice que Cristo se ofreció a sí mismo a Dios por medio
del Espíritu eterno.
Por otra parte, Jesús dijo a sus
discípulos con respecto a su muerte, “He aquí la hora viene,
y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su
lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el
Padre está conmigo” ( Juan 16:32 ). Así, el eterno
Espíritu de Dios, el Padre, no salió del cuerpo humano de Cristo
hasta la muerte de Cristo.
¿Intercambios De Ciencia Entre
Las Personas En La Deidad?
Algunos creen que la Biblia
describe intercambios de conocimiento entre las personas
distintas de la Deidad. Esto es un argumento peligroso
porque implica que podría existir una persona en la
Deidad que sabe algo que otra persona no sabe. Esto implica
una doctrina de personalidades y de mentes distintas
en Dios, lo cual a su vez conduce al triteísmo o al
politeísmo.
Miremos algunos pasajes de Escritura que necesitan una cierta explicación. Mateo 11:27
dice, “Todas las cosas me fueron entregadas por mi
Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre
conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera
revelar.” Este versículo declara sencillamente que
nadie puede entender quién es el Hijo ( la manifestación
de Dios en carne ) sin una revelación divina (del Padre).
Sin duda Jesús tenía esto en mente cuando él dijo a
Pedro, “no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que
está en los cielos” ( Mateo 16:17 ). Se nos dice que
ningún hombre puede llamar a Jesús Señor sino por el
Espíritu Santo ( I Corintios 12:3 ). También, el Padre reveló su
naturaleza y carácter al hombre por medio de la
encarnación—por medio de Cristo Jesús, el hijo de Dios.
Romanos 8:26-27 dice, “el Espíritu mismo intercede por nosotros” y “el que escudriña
los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu.”
Estas declaraciones indican solamente una pluralidad de
funciones del Espíritu. Por un lado, Dios pone su Espíritu en
nuestros corazones para enseñarnos a orar y para orar
a través de nosotros.
Por otro lado, Dios oye nuestras
oraciones, examina y conoce nuestros corazones, y
entiende las oraciones que él ora a través de nosotros por
medio de la intercesión de su propio Espíritu. Este
versículo de Escritura no implica una separación entre Dios y
su Espíritu, porque Dios es Espíritu. Tampoco indica
una separación entre Cristo como el escudriñador de
corazones y el Espíritu como intercesor, porque la Biblia
también dice que
Cristo intercede por nosotros
( Hebreos 7:25; Romanos 8:34 ), y que el Espíritu todo lo
escudriña, inclusivo a nuestros corazones. “Pero Dios nos
las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu
todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién
de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el
espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció
las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios” ( I Corintios
2:10-11) . Aunque el Espíritu escudriña las “cosas
profundas de Dios,” no debemos pensar que hay una
separación entre Dios y Su Espíritu. Lo que nos está diciendo
es que Dios nos revela
las cosas por medio de Su Espíritu
en nuestras vidas. Su Espíritu en nosotros comunica
verdades de Su mente a nuestras mentes: “Pero Dios nos las
reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu
todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.” Entonces el
pasaje compara al hombre y su espíritu con Dios y Su
Espíritu. Un hombre no es dos personas, ni tampoco lo es
Dios.
Mateo 28:19 Hablamos de Mateo 28:19 en el Capítulo VI, demostrando que este versículo describe a ún Dios con oficios múltiples pero solamente ún nombre. El enfoque no está en una pluralidad sino en la unicidad.
Mateo 28:19 Hablamos de Mateo 28:19 en el Capítulo VI, demostrando que este versículo describe a ún Dios con oficios múltiples pero solamente ún nombre. El enfoque no está en una pluralidad sino en la unicidad.
La Preexistencia De Jesús
Muchos pasajes de las Escrituras hacen referencia a la existencia de Jesús antes del
comienzo de su vida humana. Sin embargo, la Biblia no
nos enseña que El existía aparte y fuera del Padre.
Al contrario, en su deidad él es el Padre y el Creador. El
Espíritu de Jesús existía por toda la eternidad porque él es Dios
Mismo. Sin embargo, la humanidad de Jesús no existía
antes de la encarnación, excepto como un plan en la mente de
Dios.
Por tanto, podemos decir que el Espíritu de Jesús existía antes de la encarnación, pero no podemos decir que el Hijo existía antes de la encarnación en ningún sentido sustancial. Juan 1:1, 14 es un buen resúmen de la enseñanza en cuanto a la preexistencia de Jesús: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios . . . y aquel Verbo fue hecho carne . . .” Es decir, Jesús existía por toda la eternidad como Dios. El plan futuro del Hijo de Dios existía con Dios desde el principio—como una idea en la mente de Dios. Finalmente, aquel Verbo se convirtió en carne—como la extensión de Dios Padre en la forma de un ser humano. (Para una descripción de este concepto y su expresión en Juan 1, véase el Capítulo IV. para más información acerca del Hijo y la preexistencia de Cristo, incluyendo una discusión acerca de Hebreos 1, véase el Capítulo V.)
Por tanto, podemos decir que el Espíritu de Jesús existía antes de la encarnación, pero no podemos decir que el Hijo existía antes de la encarnación en ningún sentido sustancial. Juan 1:1, 14 es un buen resúmen de la enseñanza en cuanto a la preexistencia de Jesús: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios . . . y aquel Verbo fue hecho carne . . .” Es decir, Jesús existía por toda la eternidad como Dios. El plan futuro del Hijo de Dios existía con Dios desde el principio—como una idea en la mente de Dios. Finalmente, aquel Verbo se convirtió en carne—como la extensión de Dios Padre en la forma de un ser humano. (Para una descripción de este concepto y su expresión en Juan 1, véase el Capítulo IV. para más información acerca del Hijo y la preexistencia de Cristo, incluyendo una discusión acerca de Hebreos 1, véase el Capítulo V.)
Apliquemos estos conceptos a los varios versículos de Escritura que hablan de la preexistencia de Cristo. Nosotros podemos comprender que
Juan 8:58 (“Antes que Abraham fuese, yo soy.”) es una
referencia a la preexistencia de Jesús como el Dios del
Antiguo Testamento.
Podemos comprender Juan 6:62
(“¿Pués qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba
primero?”) de la misma manera, cuando Jesús usa la
frase “hijo del hombre” como el equivalente de “yo” o
de “mí” más bien que enfatizar su humanidad. En Juan
16:28 Jesús dijo, “Salí del Padre.” Esto, también, se
refiere a su preexistencia como Dios. La naturaleza divina de Jesús
era Dios Padre, entonces el Cristo con dos
naturalezas podría decir, “Salí del Padre.” Esta declaración puede
también describir al Verbo, el plan que existía en la
mente de Dios, haciéndose carne, y siendo enviado al mundo.
En Juan 17:5 Jesús oró, “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella
gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.” Una vez
más Jesús habló de gloria que él tenía como Dios en el
principio y la gloria que el Hijo tenía en el plan y la
mente de Dios. No podría significar que Jesús preexistía con
gloria como el Hijo. Jesús estuvo orando, así que él
debe haber estado hablando como hombre y no como
Dios. Sabemos que la humanidad no preexistía la
encarnación, entonces Jesús estuvo hablando de la gloria que el
Hijo tenía en el plan de Dios desde el principio.
Se hablan de otros versículos en la Escritura referentes a la preexistencia de Jesús
como Dios en los Capítulos IV V y IX., ,
El Hijo Enviado Del Padre
Juan 3:17 y 5:30, juntamente con
otros versículos de Escritura, dicen que el Padre
envió al Hijo. ¿Significa eso que Jesús, el Hijo de Dios,
es una persona distinta al Padre? Sabemos que no es así
porque muchos versículos de Escritura enseñan que
Dios se manifestó
en carne ( II Corintios 5:19, I
Timoteo 3:16 ). El dio de sí Mismo; El no envió a alguien más
( Juan 3:16 ). El Hijo fue enviado de Dios como hombre, no
como Dios: “Dios envió a su Hijo, nacido de mujer”
( Gálatas 4:4 ). La palabra enviado no implica la
preexistencia del Hijo o la preexistencia del hombre. Juan 1:6
dice que Juan el Bautista era un hombre enviado de
Dios, y nosotros sabemos que él no preexistía su
concepción. Más bien, la palabra enviado indica que Dios
designó al Hijo para un propósito especial. Dios formó
un plan, puso carne en ése plan, y después puso ese
plan en marcha. Dios dio al Hijo una tarea especial.
Dios se manifestó en carne para alcanzar una meta
especial. Hebreos 3:1 le llama a Jesús el apóstol de nuestra
profesión. Apóstol significa “uno enviado” en el
griego. Brevemente dicho, enviar al Hijo enfatiza la
humanidad del Hijo y el propósito específico por el cual el
Hijo nació.
¿Amor Entre Las Personas De La
Deidad?
Un argumento filosófico popular a favor de la doctrina de la trinidad se basa en el
hecho de que Dios es amor. El argumento básico es: ¿cómo
podría Dios ser amor y demostrar amor antes de que El
creara el mundo a menos que Dios fuera una pluralidad de
personas que tenían amor una para con la otra? Esta
línea del razonamiento es débil por varias razones.
Primeramente, aunque si fuera correcta no probaría una trinidad.
De hecho, podría conducir al politeísmo absoluto. En
segundo lugar, ¿qué necesidad tiene Dios de probar a
nosotros la naturaleza eterna de Su amor? ¿Por qué no
podemos aceptar simple-
mente la declaración que Dios es
amor? ¿Por qué limitamos a Dios a nuestro concepto de
amor, afirmando que El no podría haber sido amor en la
eternidad pasada a menos que El hubiera tenido un
objeto de amor que existía en ese entonces? En tercer
lugar, ¿cómo puede la solución trinitaria evitar el
politeísmo y al mismo tiempo evitar decir meramente que Dios es
amor? En cuarto lugar, no podemos limitar a Dios al
tiempo. El podría amarnos desde la eternidad pasada y
nos amaba así. Aunque no existíamos en ese
entonces, El previó nuestra existencia. En Su mente existíamos
y El nos amaba a nosotros.
Juan 3:35, 5:20, y 15:9 dicen que el Padre ama al Hijo, y Juan 17:24 dice que el
Padre amaba a Jesús desde antes de la fundación del mundo. En
Juan 14:31 Jesús expresó Su amor para con el Padre.
Todas éstas declaraciones no quieren decir que hay
personas distintas. (¿No es extraño que estos pasajes omiten
al Espíritu Santo en esta relación de amor?) Lo que
estos versículos expresan es una relación entre las dos
naturalezas de Cristo. El Espíritu de Jesús amaba la
humanidad y viceversa. El Espíritu amaba al hombre Jesús tal
como él ama a toda la humanidad, y el hombre Jesús amaba
en la misma manera
como todos los hombres deben amar a
Dios. Recuerde, el Hijo vino al mundo para mostrarnos
cuánto Dios nos ama y también para ser nuestro ejemplo.
El Padre y el Hijo
mostraron amor uno para con el otro
para que estos dos objetivos se alcanzaran. Dios sabía
antes que el mundo comenzara que él se manifestaría
como el Hijo. Él amaba ese plan desde el principio. Él
amaba a ese Hijo futuro tal como él nos amaba a todos nosotros desde
el principio del tiempo.
Otras Distinciones Entre El Padre Y
El Hijo
Muchos versículos de Escritura hacen una distinción entre el Padre y el Hijo en cuanto
a su poder, su grandeza, y su conocimiento. Sin
embargo, es un gran error utilizarlos para demostrar a
dos personas en la Deidad. Si existe una distinción entre
el Padre y el Hijo como personas en la Deidad, entonces El
Hijo es subordinado o inferior al Padre en deidad. Esto
significaría que el Hijo no es completamente Dios, porque
por definición Dios no se sujeta a nadie. Por definición,
Dios tiene todo poder ( omnipotencia ) y toda ciencia
( omnisciencia ). La manera de entender estos versículos es de
entender como ellos hacen una distinción entre la
divinidad de Jesús ( el Padre ) y la humanidad de Jesús ( el Hijo ).
La humanidad o la función de Cristo como el Hijo es
subordinada a su deidad.
Juan 5:19 dice, “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer el
Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el
Hijo igualmente.”
( Véase también a Juan 5:30; 8:28. )
En Mateo 28:18 Jesús proclamó, “Toda potestad me es dada
en el cielo y en la tierra.” implicando que el Padre le
dio ese poder. En Juan 14:28 Jesús dijo, “Mi Padre mayor
es que yo.” Primera Corintios 11:3 dice que la cabeza
de Cristo es Dios. Todos estos versículos de Escritura
indican que la naturaleza humana de Jesús no podría hacer
nada en sí mismo, sino que Su naturaleza humana recibía
poder del Espíritu. La carne estaba sujeta al Espíritu.
Al hablar de la segunda venida, Jesús dijo, “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe,
ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino
el Padre” ( Marcos 13:32 ).
Una vez más la humanidad de Jesús
no sabía todas las cosas, pero el Espíritu de Jesús
sí.
Juan 3:17 habla del Hijo como el enviado de Dios. En Juan 6:38 Jesús dijo, “Porque
he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad,
sino la voluntad del que me envió.” Jesús no vino de sí
mismo, eso es de su humanidad, sino El procedió de Dios
( Juan 7:28; 8:42; 16:28 ). El Hijo no enseñaba Su
propia doctrina, sino la de Su Padre ( Juan 7:16-17 ). El no
enseñaba sus propios mandamientos, sino que enseñaba y
guardaba los mandamientos de su Padre (Juan 12:49-50;
15:10). Él no buscaba su propia gloria, sino más
bien, él glorificaba al Padre ( Juan 8:50; 17:4 ) . Todos
estos pasajes describen la distinción entre Jesús como hombre
(Hijo) y Jesús como Dios (Padre). El hombre Jesús no
originó por la operación de la humanidad, ni vino
el hombre Jesús para exhibir la humanidad. El Espíritu
formuló el plan, engendró al bebé en la matriz, puso en
aquella carne todo el carácter y toda la calidad de Dios,
y entonces envió aquella carne al mundo para manifestar
a Dios al mundo. Al final de las cuentas, esa carne
habrá cumplido su propósito. El Hijo estará sumergido en el
plan de Dios de modo que Dios pueda ser todo en todo ( I
Corintios 15:28 ).
Estos versículos describen la relación de la naturaleza humana de Cristo como hombre a su
naturaleza divina como Dios. Si los interpretamos
como una fabricación de una distinción entre dos personas
llamadas Dios Padre y Dios Hijo, habría una
contradicción. Tendríamos a Dios el Hijo con las siguientes
características que no son de Dios:
él no tendría ningún poder de sí
mismo; él no tendría un conocimiento completo; él no haría su propia voluntad; él tendría alguien mayor que él
mismo; él tendría Su origen en alguien mas; y él perdería eventualmente su propia individualidad. Estos hechos
bíblicos contradicen el concepto de “Dios Hijo.”
Los Pasajes Con La Palabra “Con”
¿Cómo explicamos el uso de la
palabra “con” de Juan 1:1-2 y I Juan 1:2 Juan 1:1 dice
que el Verbo era con Dios, pero después dice que el
Verbo era Dios. Tal como se explica en el Capítulo IV el
Verbo es el pensamiento, el, plan, o la expresión en la mente de
Dios. Así es cómo el Verbo podría estar con Dios y en el
mismo tiempo ser Dios mismo. Debemos también observar
que la palabra “pros” del griego, traducida aquí
“con,” se traduce “perteneciendo a” en Hebreos 2:17 y
5:1. Entonces el Verbo era con Dios en el sentido de
pertenecer a Dios y no en el sentido de una persona
fuera de Dios. Además, si Dios en Juan 1:1 significa Dios
Padre, entonces el Verbo no es una persona distinta porque
en ese caso el versículo se leería, “El Verbo era con El
Padre y el Verbo era el Padre.” Para hacer que esto
implicaría una pluralidad de personas en Dios se necesitaría un
cambio en la definición de Dios en el centro del
versículo.
Debemos también observar que I Juan 1:2 no indica que el Hijo estaba con Dios en la
eternidad. Mas bien, dice que la vida eterna estaba con
el Padre. Por supuesto, Jesucristo manifestó la vida eterna
a nosotros. El es la Palabra de vida en el versículo
uno. Sin embargo, esto no quiere decir que la vida eterna
existía como una persona
distinta al Padre. Simplemente
significa que el Padre poseía la vida eterna en sí
mismo—estaba con El—desde el principio. El nos mostró la vida
eterna por medio de su manifestación en carne, en
Jesucristo.
Dos Testigos
Jesús dijo, “No soy yo solo, sino yo y él que me envió, el Padre. Y en vuestra ley está
escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el
que doy testimonio
de mí mismo, y el Padre que me
envió da testimonio de mí” ( Juan 8:16-18 ). Momentos antes
de estos versículos, Jesús había dicho, “Yo soy la luz
del mundo” ( versículo 12 ). Esta era una aserción de Su
papel del Mesías ( Isaías 9:2; 49:6 ). Los fariseos
contestaron, “Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio
no es verdadero” ( Juan 8:13 ). Respondiéndo a su acusación,
Jesús explicó que El no era el único testigo, sino que
había dos testigos al hecho de que El era el Mesías, el
Hijo de Dios. Estos dos testigos eran el Padre (el Espíritu
divino) y el hombre Jesús. Es decir, tanto Dios Padre
como Jesús hombre podrían testificar que el Padre se
manifestó en carne, en Jesús. Jesús era Dios y hombre y
ambas naturalezas podrían testificar a ese hecho.
Ninguna distinción de personas en la Deidad era necesaria
para eso. De hecho, si una persona contiende que los dos
testigos eran personas distintas en una trinidad, tendría
que explicar porque Jesús no dijo que había tres
testigos. Después de todo, la ley exigía dos testigos pero pedía
tres si fuera posible ( Deuteronomio 17:6; 19:15 ). Cuando
Jesús hizo referencia a Su Padre, los fariseos le
preguntaban a Jesús acerca del Padre, sin duda preguntándose
cuándo el Padre les había atestiguado a ellos. En vez
de decir que el Padre era otra persona en la Deidad, Jesús
procedió a identificarse a Sí mismo con el Padre—el “Yo Soy”
del Antiguo Testamento ( Juan 8:19-27 ). Los dos
testigos eran el Espíritu de Dios y el hombre Cristo, y ambos
testificaban que Jesús era Dios manifestado en
carne.
El Uso Plural
Muchas veces Jesús hacía referencia al Padre y a Sí mismo en el plural. Estos pasajes
están en el Libro de Juan, el escritor neotestamentario
quien más que cualquier otro identificaba a Jesús
como Dios y el Padre.
Es incorrecto que alguien suponga
que el uso plural significa que Jesús es una persona
distinta al Padre en la Deidad. Sin embargo, esto indica
una distinción entre la deidad (Padre) y la humanidad
(Hijo) de Cristo Jesús. El Hijo, quien es visible, reveló al
Padre, quien es invisible. Así entonces, Jesús dijo, “Si a mí
me conocieseis, también
a mi Padre conocerías” ( Juan 8:19 );
“no me ha dejado solo el Padre” (Juan 8:29); “El que
me aborrece a mí, también a mí Padre aborrece” ( Juan
15:23 ); “ahora han visto y han aborrecido a mí y a mí
Padre” (Juan 15:24); y “no estoy solo, porque el Padre
está conmigo” ( Juan 16:32 ). Estos versiculos de Escritura
utilizan el plural para expresar un tema constante;
Jesús no es simplemente un hombre, sino que El es
Dios también. Jesús no era un hombre ordinario como El
parecía ser externalmente. El no estaba solo, sino
tenía el Espíritu del Padre dentro de El. Esto explica la
naturaleza dual de Jesús y revela la Unicidad de Dios.
¿Cómo estaba el Padre con Jesús? La explicación lógica es que El estaba en Jesús. Por
lo tanto, si usted conoce a Jesús, conoce también al Padre;
si usted ve a Jesús, ve también al Padre; y si usted odia a
Jesús, odia también al Padre. II Juan 9 dice, “El que
persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al
Hijo.” ¿Cuál es la doctrina de Cristo? Es la doctrina que Jesús
es el Mesías; Él es el Dios del Antiguo Testamento
manifestado en carne. En otras palabras, el apóstol escribió
que si entendemos la doctrina de Cristo nos daremos
cuenta de que Jesús es el Padre y el Hijo. Por lo tanto no
negamos ni al Padre ni al Hijo. Cuando aceptamos la doctrina
de Cristo, aceptamos la doctrina del Padre y del Hijo.
Es verdad también que si negamos al Hijo estamos negando al
Padre, pero si reconocemos al Hijo hemos
reconocido al Padre también ( I Juan 2:23 ).
Otro pasaje con uso plural, Juan 14:23, merece atención especial; “Respondió Jesús y
le dijo: El que me ama, mi palabra guardará,; y mi Padre le
amará, y vendremos
a él, y haremos morada con él.” La
clave para entender este versiculo es darse cuenta que
el Señor no estaba hablando de su entrada corporal en
nosotros. Además, si hay dos Espíritus de Dios, uno del
Hijo y otro del Padre, entonces habría por lo menos dos
Espíritus en nuestros corazones. Sin embargo, Efesios 4:4
declara que hay un solo Espíritu. Sabemos que Juan
14:23 no significa una entrada corporal porque Jesús había
dicho, “En aquel día vosotros conoceréis que estoy en mi
Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros” ( Juan 14:20 ).
Ciertamente no estamos en Jesús en el sentido
corporal. Entonces, ¿qué significa este pasaje? Significa una
unión—uno en mente, propósito, plan, y vida—con Cristo.
Esta es la misma idea expresada en Juan 17:21-22
cuando Jesús oró,
“Para que todos sean uno, como tú,
oh Padre, en mí, y yo en tí, que también ellos sean uno
en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
La gloria que me diste, yo les he dado, para que
sean uno, así como nosotros somos uno.”
Entonces, ¿por qué usó Jesús el uso plural al hablar de la unión del creyente con Dios?
Por supuesto, Dios ha diseñado la salvación para
reconciliar al creyente consigo. Sin embargo, el hombre
pecaminoso no puede acercarse a un Dios santo, y el hombre
finito no puede comprender un Dios infinito. La
única manera que podemos ser reconciliados a Dios y
comprenderle es por medio de su manifestación en carne,
por medio del hombre sin pecado, Cristo Jesús.
Cuando somos uno con Jesús, entonces somos
automáticamente uno con Dios, puesto que Jesús no es simplemente
un hombre sino que es Dios también. Jesús utilizó el
plural para acentuar que para ser unido con Dios debemos
primeramente recibir la redención por medio de la sangre de
Jesús. Hay un solo mediador entre el hombre y Dios, el
hombre Jesús ( I Timoteo 2:5 ). Nadie viene a Dios
excepto por medio de Jesús
(Juan 14:6). Para poder tener razón
doctrinalmente, debemos reconocer que Jesús ha
venido en carne ( I Juan 4:2-3 ). Cuando nosotros recibimos a
Cristo, hemos recibido al Padre y al Hijo (II
Juan 9). Nuestra unión con el Padre y el Hijo no es una unión
con dos personas en la Deidad, sino que es simplemente una
unión con Dios por medio de Jesús hombre: “que Dios
estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” ( II
Corintioses 5:19 ).
Otra manera de pensar en nuestra unión con Dios es de recordar los dos diversos
oficios o las dos relaciones representadas por el Padre y el
Hijo. El creyente tiene acceso a las cualidades de ambas
misiones, tales como la omnipotencia el Padre y el
sacerdocio y la sumisión del Hijo. El tiene al Padre y al Hijo.
Sin embargo, él recibe todas estas cualidades de Dios
cuando recibe el único Espíritu de Dios, el Espíritu
Santo. El no recibe dos o tres Espíritus. Cuando el Espíritu Santo
hace su morada en el cuerpo del creyente, eso se llama
‘el bautismo del Espíritu Santo’ y ese don le da
acceso a todos los atributos y misiones de Dios: “Porque por
un solo Espíritu somos todos bautizados en un
cuerpo” ( I Corintios 12:13 ).
Si, por otra parte, una persona interpretara Juan 14:23 y 17:21-22 para describir la
unión de dos personas distintas en la Deidad, entonces
para ser constante él tendría que interpretar las Escrituras
para significar que los creyentes llegan a ser miembros de
la Deidad tal como Jesús. Claramente, entonces, estos
pasajes se refieren a una unión con Dios que el Hijo de
Dios tenía y que nosotros podemos disfrutar por
medio de creer y obedecer al Evangelio. ( Por supuesto,
Jesús es uno con el Padre en el sentido que él es el Padre,
pero eso no es lo que éstos versiculos particulares de
Escritura describen.)
¿Conversaciones Entre Las Personas
En La Deidad?
No hay ningún registro bíblico de una conversación entre dos personas de Dios, pero
hay muchas representaciones de la comunión entre las dos
naturalezas de Cristo.
Por ejemplo, las oraciones de
Cristo describen Su naturaleza humana buscando ayuda del
Espíritu eterno de Dios.
Juan 12:28 registra una petición de parte de Jesús que el Padre glorificaría Su propio
nombre. Una voz del cielo habló, contestando aquella
petición. Esto demuestra que Jesús era un hombre en la
tierra pero Su Espíritu era el Dios omnipresente del universo.
La voz no vino para el bien de Jesús, sino para el bien de
la gente ( Juan 12:30 ).
La oración y la voz no constituían
una conversación entre dos personas dentro la Deidad; se
puede decir que era comunicación entre la humanidad de
Jesus y Su deidad. La voz era un testigo a la gente
del Espíritu de Dios, revelando la aprobación de Dios para el
Hijo.
Hebreos 10:5-9 cita un pasaje profético del Salmo 40:6-8. En este cuadro profético de
la venida del Mesías, Cristo como hombre habla al eterno
Dios, expresando Su obediencia y Su sumisión a voluntad
de Dios. Esencialmente esta escena es similar a la
de la oración de Jesús en Getsemaní. Es obvio que Cristo
está hablando como hombre porque El dice, “un cuerpo
me has preparado” y “vengo para hacer tu voluntad, O
Dios.”
En conclusión la Biblia no registra conversaciones entre personas de la Deidad, sino
entre las naturalezas humanas y divinas. Al interpretar
estas dos naturalezas como “personas” se crea la creencia
en por lo menos dos “Dioses.” (¡Es muy extraño que el
Espíritu Santo nunca es parte de las conversaciones!)
Ademas, “personas” implicaría inteligencias separadas en
una deidad, un concepto que no puede ser distinguido del
politeísmo.
Otro Consolador
En Juan 14:16, Jesús prometió enviar a otro Consolador. En el versículo 26 Jesús
identificó al Consolador como el Espíritu Santo. ¿Implica
eso que el Espíritu Santo
es otra persona en la Deidad? No.
Está claro del contexto que el Espíritu Santo es simplemente
Jesús en otra forma o manifestación. En otras palabras,
“otro Consolador” sig-
nifica Jesús en el Espíritu como
opuesto a Jesús en la carne. En el versiculo 16 Jesús les
dijo a los discípulos acerca de otro Consolador. Después
en el versiculo 17 Jesús les dijo que ya conocían al
Consolador, porque El moraba con ellos e iba a estar en
ellos. ¿Quién moraba con los discípulos en aquella epoca?
Jesús, por supuesto. El Espíritu de Jesús moraba con los
discípulos puesto que el Espíritu era vestido en la carne,
pero pronto el Espíritu estaría en los discípulos a través
del don del Espíritu Santo. Jesús clarificaba eso más
cuando dijo en el versiculo 18, “No os dejaré huerfanos;
vendré a vosotros.”
Jesús fue al cielo en Su cuerpo glorificado para que El podría formar una nueva relación
con sus discípulos, por enviar a Su propio Espíritu como el
Consolador. El les dijo a ellos, “Os conviene que yo
me vaya; porque si no me fuere, el Consolador no vendría
a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” ( Juan 16:7 ).
El Espíritu Santo es el Espíritu de Cristo ( Romanos 8:9; 2
Corintios 3:17-18 ). Cuando tenemos el Espíritu en
nosotros, tenemos a Cristo en nosotros ( Efesios
3:16-17 ).
En breve, Jesús había morado con los discípulos físicamente por el espacio de casi tres
años, pero el tiempo había venido para que El saliera.
Sin embargo, El prometió que no los dejaría solos,
sin consuelo, o como huérfanos. Más bien, El prometió
volver en una nueva
manera. No vendría en un cuerpo
visible para morar con ellos y ser limitado por ese
cuerpo, sino que volvería en la forma del Espíritu de modo que El
pudiera morar en ellos. Entonces el Consolador, el
Espíritu Santo, es el Espíritu de Jesús. Esto es Jesús manifestado
en una
nueva manera; Jesús puede estar con
nosotros y en nosotros. El puede estar en todos
Sus discípulos en todo el mundo a la vez y El puede
cumplir Su promesa de estar con nosotros hasta el fin del mundo
( Mateo 28:20 ).
¿Están Jesús Y El Padre Unidos Solo
En Propósito?
Según Juan 17:21-22, los cristianos
deben ser unidos como Jesús era uno con el Padre.
¿Destruye esto nuestra creencia que Jesús es el Padre? No.
En este pasaje Jesús habló como un hombre—como el Hijo.
Esto es evidente porque El estuvo orando al Padre, y
Dios no tiene que orar. En Su humanidad, Jesús era
uno con el Padre en el sentido de la unidad de propósito,
mente, y voluntad. En este sentido, los cristianos
también pueden ser uno con
Dios y uno con cada uno ( Hechos
4:32; I Corintios 3:8; Efesios 2:14 ) .
Debemos recordar que el Hijo no es lo mismo que el Padre. El título ‘Padre’ nunca se
refiere a la humanidad, mientras que el Hijo sí. Aunque
Jesús es Padre e Hijo, no podemos decir que el Padre es el
Hijo.
En Juan 17:21-22, Jesús, hablando como hombre, no dijo que El es el Padre. Sin embargo, otros pasajes describen la unidad de Jesús con el
Padre en una manera que supera la mera unidad de
propósito, y en una manera que indica que Jesús es el Padre.
Esto es un nivel adicional de la Unicidad que está más
allá de nuestro logro porque habla de su deidad absoluta.
Cuando Jesús dijo, “Yo y mi padre uno somos,” los
judíos le entendieron correctamente que significaba que era
Dios, e intentaron matarle ( Juan 10:30-33 ). En aquella
ocasión, El no simplemente reclamó la unicidad con
Dios sino una identidad con Dios. Jesús también dijo, “El
que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). No
importa cuán unido un cristiano sea con Dios, El no
podría hacer esa declaración. No importa cuán unidos
dos cristianos sean, uno no podría decir, “Si usted me
ha visto a mí, ha visto a mi amigo.” Lo mismo es verdad en
cuanto a un marido y su esposa, aunque son una carne
( Génesis 2:24 ).
Entonces la unidad de Jesús y el
Padre significa más que la unidad que las relaciones
humanas pueden lograr. Como hombre Jesús era uno con el
Padre en el sentido de unidad de propósito, de mente, y de
voluntad ( Juan 17:22 ). Como Dios, Jesús es uno con
el Padre en el sentido de la identidad con el Padre—en
el sentido que El es el Padre ( Juan 10:30; 14:9).
Conclusión
En conclusión, no se hace ninguna presentación de personas en la Deidad en los
Evangelios. Los Evangelios no enseñan la doctrina de la
trinidad, sino simplemente enseñan que Jesús tiene dos
naturalezas—humana y divina, carne y Espíritu, Hijo y
Padre. Hay referencias plurales al Padre y al Hijo en el
libro de Juan, pero este mismo libro enseña la deidad de
Cristo Jesús y la unicidad de Dios más que cualquier otro.
Cuando investigamos estas referencias plurales
aprendemos que, lejos de contradecir el monoteísmo, ellos
actualmente reafirman que Jesús es el único Dios y que el
Padre está manifestado en el Hijo.
En el próximo capítulo, miraremos a los otros libros del Nuevo Testamento, los Hechos,
las Epístolas, y Apocalipsis, para terminar nuestro
estudio. Tal como en los Evangelios, estos libros enseñan la
unicidad de Dios sin distinción de personas.
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