sábado, 12 de janeiro de 2013

Capitulo 8 - EXPLICACIONES DEL NUEVO TESTAMENTO. - LOS EVANGELIOS

Capitulo 8 - EXPLICACIONES DEL NUEVO TESTAMENTO. - LOS EVANGELIOS


    Este capítulo habla de las referencias encontradas principalmente en los Evangelios que algunos han usado para enseñar una pluralidad de personas en la Deidad.
Aunque el capítulo siguiente explorará los pasajes de los Hechos a Apocalipsis, este capítulo explicará algunas de ellas a como se relacionan con las preguntas que surgen dentro de los Evangelios. Debemos armonizar todos estos versiculos de Escritura con el resto de la palabra de Dios, que enseña un solo Dios. Es bastante interesante notar que estos versiculos apoyan la unicidad de Dios cuando se entienden correctamente.

Cuatro Ayudas Importantes para el Entendimiento

Desde el principio de nuestra discusión, queremos enfatizar cuatro puntos importantes. Si entendemos éstos claramente, la mayoría de los versiculos que parecen difíciles de entender se explicarán facilmente.
    1. Cuando vemos un plural (especialmente una dualidad) utilizado referente a Jesús, debemos pensar en la humanidad y en la deidad de Jesucristo. Hay una verdadera dualidad, pero es una distinción entre el Espíritu y la carne, y no una distinción de personas de Dios.
    2. Cuando leemos un pasaje difícil en relación con Jesús, debemos preguntar si le describe en su papel como Dios o en su papel como hombre, o ambos. ¿Habla El como Dios o como hombre en este caso? Recuerde que Jesús tiene una naturaleza dual como ningún otro ha tenido.
    3. Cuando vemos un plural en relación a Dios, debemos verlo como una pluralidad de papeles o relaciones con la humanidad, y no como una pluralidad de personas.
    4. Debemos recordar que los escritores del Nuevo Testamento no tenían ningún concepto de la doctrina de la trinidad, la cual siempre estaba en el futuro lejano en el período cuando ellos escribían las Escrituras. Ellos procedían de un trasfondo judío que era estrictamente monoteísta; la doctrina de un solo Dios no era de ninguna manera un punto de discusión para ellos. Algunos pasajes pueden parecerse “trinitarios” a nosotros en el primer vistazo porque los trinitarios a través de los siglos los han utilizado y los han interpretado conforme a su doctrina. Sin embargo, a los de la Iglesia primitiva, quienes no tenían ningún concepto acerca de la doctrina de la trinidad que estaba todavía en el futuro, en su creencia del Dios poderoso en Cristo, estos mismos pasajes eran muy normales, ordinarios, y fácilmente comprensibles. Ellos no tenían ninguna intención de contradecir la doctrina del monoteísmo estricto y la deidad de Jesús Cristo.
    Con estos cuatro puntos en mente, queremos estudiar algunos pasajes específicos de las Sagradas Escrituras.

El Bautismo De Cristo

    “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”      ( Mateo 3:16-17 ).
    Según este pasaje, el hijo de Dios fue bautizado, el Espíritu descendió como una paloma, y una voz habló de los cielos. Lucas 3:22 agrega además que “descendió el
Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma.”
    Para poder entender esta escena correctamente, debemos recordar que Dios es omnipresente. Jesús es Dios y era Dios manifestado en carne mientras que él estaba en la tierra. Él no podría sacrificar su omnipresencia mientras que estaba en la tierra, y no lo hizo, porque eso es uno de los atributos básicos de Dios, y Dios no cambia. Por supuesto, el cuerpo físico de Jesús no era omnipresente, pero su Espíritu sí era. Además, aunque la plenitud del carácter de Dios era residente en el cuerpo de Jesús, el Espíritu omnipresente de Jesús no podía ser contenido así. Entonces, Jesús podría estar en la tierra y el cielo en el mismo tiempo ( Juan 3:13 ) y con dos o tres de sus discípulos en cualquier momento ( Mateo 18:20 ).
    Pensando en la omnipresencia de Dios podemos entender el bautismo de Cristo muy fácilmente. No presentó ninguna difícultad para el Espíritu de Jesús hablar de los cielos y a la vez enviar una manifestación de su Espíritu en la forma de una paloma mientras que su cuerpo humano estaba en el río Jordan. La voz y la paloma no representan personas distintas asi como no puede ser que la voz de Dios en el Sinaí indica que la montaña era
una distinta persona inteligente en la Deidad.
    Puesto que la voz y la paloma eran manifestaciones simbólicas del único Dios omnipresente, podemos preguntar ¿qué es lo que ellos representaban? ¿Cuál era su
propósito? En primer lugar, debemos preguntar ¿cuál era el propósito del bautismo de Jesus? Ciertamente no fue bautizado para perdón de los pecados como nosotros,
porque él era sin pecado ( I Pedro 2-22 ). Pero la Biblia dice que él fue bautizado para cumplir toda justicia ( Mateo 3:15 ). Él es nuestro ejemplo y él fue bautizado para darnos un ejemplo que debemos seguir ( I Pedro 2:21 ).
    Por otra parte, Jesús fue bautizado como un medio de manifestarse, o de hacerse conocido a Israel ( Juan 1:26- 27, 31 ). Es decir, Jesús utilizó el bautismo como el punto
de partida de su ministerio. Era una declaración pública de quién era y de lo que él vino a hacer. Por ejemplo, en el bautismo de Cristo, Juan El Bautista aprendió quién era Jesús. El no sabía que Jesús realmente era el Mesías hasta su bautismo, y después de su bautismo El podía declarar a la gente que Jesús era el Hijo de Dios y el Cordero de Dios quien quita el pecado del mundo ( Juan 1:29-34 ).
    Habiendo establecido los propósitos del bautismo de Cristo, veamos cómo la paloma y la voz fomentaban aquellos propósitos.
    Juan 1:32-34 indica claramente que la paloma era una señal para el bien de Juan el Bautista. Puesto que Juan era el precursor de Yhwh-Jehová ( Isaías 40:3 ), él tenía que
saber que Jesús era realmente Yhwh-Jehová venido en carne. Dios le había dicho a Juan que el que iba a bautizar con el Espíritu Santo sería identificado por el Espíritu descendiendo sobre El. Por supuesto, Juan era incapaz de ver al Espíritu de Dios ungiéndo a Cristo, entonces Dios escogió una paloma como la señal visible de su Espíritu. Así
entonces, la paloma era una señal especial para hacer saber a Juan que Jesús era Yhwh-Jehová y el Mesías.
    La paloma también era un tipo de unción para significar el principio del ministerio de Cristo. En el Antiguo Testamento, los profetas, los sacerdotes, y los Reyes eran ungidos con aceite para indicar que Dios los había escogido ( Exodo 28:41; 1 Reyes 19:16 ). Los sacerdotes en particular eran lavados en agua y ungidos con aceite ( Exodo 29:4, 7 ). El aceite simbolizaba el Espíritu de Dios. El Antiguo Testamento predijo que Jesús sería ungido en la misma manera ( Salmo 2:2; 45:7; Isaías 61:1 ). De hecho, la palabra hebrea “Mesías” ( Cristo en griego ) significa “el Ungido.” Jesús vino para cumplir los papeles de profeta, sacerdote, y rey ( Hechos 3:20-23; Hebreos 3:1; Apocalipsis 1:5 ). Él también vino a cumplir la ley ( Mateo 5:17-18 ), y para guardar su propia ley.  Él tenía que ser ungido como profeta, sacerdote, y rey.
     Puesto que Jesús era Dios mismo y un hombre sin pecado, ser ungido por un humano pecaminoso y con aceite simbólico no era suficiente. Más bien, Jesús fue ungido directamente por el Espíritu de Dios. Entonces, en su bautismo en agua, Jesús fue ungido oficialmente para el principio de su ministerio terrenal, no por el aceite simbólico sino por el Espíritu de Dios en la forma de una paloma.
     La voz vino de los cielos para el bien del pueblo. Juan 12:28-30 registra un incidente similar en el cual vino una voz del cielo y confirmó la deidad de Jesús al pueblo. Jesús dijo que vino no para el beneficio de él mismo sino para el bien del pueblo. La voz era el medio por lo cual Dios formalmente le presentó a Jesús a Israel como el Hijo de Dios. Mucha gente estaba presente en el bautismo de Jesús y muchos estaban recibiendo el bautismo también ( Lucas 3:21 ), entonces el Espíritu escogió al hombre Jesús y le identificó delante de todos como el Hijo de Dios por medio de una voz milagrosa del cielo. Esto era mucho más eficaz y convencedor que un anuncio que vendría de Jesús como hombre. Actualmente, parece que esta manifestación milagrosa eficazmente realizó el propósito que
tenía Jesús en su bautismo.
El bautismo de Jesús no enseña que Dios es tres personas, sino solamente revela la omnipresencia de Dios y la humanidad del Hijo de Dios. Cuando Dios habla a cuatro personas diferentes en cuatro continentes diversos al mismo tiempo, no pensamos de cuatro personas de Dios, sino de la omnipresencia de Dios. Dios no propuso que el bautismo les revelara a los judíos monoteístas que estaban presentes una revelación radicalmente nueva de una pluralidad dentro de la Deidad, y no hay indicación que los judíos lo interpretaron así. Incluso, muchos eruditos modernos no ven el bautismo de Cristo como una indicación de una trinidad sino como una referencia a “la unción autoritativa de Jesús como Mesías.” 

La Voz Del Cielo

Tres veces en la vida de Jesús vino una voz del cielo:en su bautismo, en su transfiguración ( Mateo 17:1-9 ), después de su entrada triunfal a Jerusalén ( Juan 12:20- 33 ). Acabamos de explicar que una voz no indica a una persona distinta en la Deidad sino a una otra manifestación del Espíritu omnipresente de Dios.
    En cada uno de los tres casos, la voz no venía para el beneficio de Jesús sino para el bien de otros, y vino con un propósito específico. Como ya hemos hablado, la voz en el bautismo de Cristo era parte de la inauguración de su ministerio terrenal. Se presentaba para el bien de la gente, tal como la paloma venía para el bien de Juan. La voz le presentó a Jesús como el Hijo de Dios: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”            ( Mateo 3:17 ). Indiscutiblemente, la voz en la transfiguración vino para el bien de los discípulos quienes estaban presentes, porque el mensaje decía, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oid” ( Mateo 17:5 ). La tercera manifestación de la voz ocurrió cuando un grupo de griegos (al parecer prosélites gentiles) se presentaron para ver a Jesús. Jesús les explicó que la voz no venía para su propio bien sino para el bien la gente ( Juan 12:30 ).

Las Oraciones De Cristo

     ¿Indican las oraciones de Cristo que hay una distinción de personas entre Jesús y el Padre? No. Mas bien, sus oraciones indican una distinción entre el Hijo de Dios y Dios. Jesús oró en Su humanidad, no en Su deidad. Si las oraciones de Jesús demuestran que la naturaleza divina de Jesús es diferente que la del Padre, entonces Jesús es inferior al Padre en su deidad. Es decir, si Jesús oró como Dios entonces su posición en la Deidad sería de alguna manera inferior a las otras “personas.” Este único ejemplo eficazmente destruye el concepto de una trinidad de personas coiguales.
     ¿Cómo puede Dios orar y a la vez ser Dios? Por definición, Dios en su omnipotencia no tiene ninguna necesidad de orar, y en su unicidad, no tiene ningún otro ser a quién él pueda orar. Si las oraciones de Jesús prueban que hay dos personas en la Deidad, entonces una de aquellas personas está subordinada a la otra y por lo tanto no es completa o verdaderamente Dios.
     ¿Cuál, entonces, es la explicación de las oraciones de Cristo? Solamente puede significar que la naturaleza humana de Jesús oró al Espíritu eterno de Dios. La naturaleza divina no necesitaba ayuda; solamente la naturaleza humana la necesitaba. Como Jesús dijo en el Huerto de Getsemaní, “El Espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” ( Mateo 26:41 ). Hebreos 5:7 dice claramente que Jesús tenía necesidad de orar
solamente durante “los días de su carne.” Durante la oración en Getsemaní, la voluntad humana se sometió a la voluntad divina. Por medio de la oración Su naturaleza humana aprendió a someterse y ser obediente al Espíritu de Dios ( Filipenses 2:8; Hebreos 5:7-8 ). Esto no era una lucha entre dos voluntades divinas, sino una lucha entre la voluntad humana y la voluntad divina de Jesús. Como hombre Jesús se sometió a y recibió fuerza de el Espíritu de Dios.
    Algunos pueden oponerse a esta explicación, afirmando que significa que Jesús oró a eí mismo. Sin embargo,nosotros debemos darnos cuenta que Jesús tenía dos naturalezas perfectas y completas—la humana y la divinia, desemejante de cualquier otro ser humano. Lo que sería absurdo o imposible para un hombre ordinario no es tan extraño para Jesús. No decimos que Jesús oró a sí Mismo, porque eso implica incorrectamente que Jesús
tenía solamente una naturaleza tal como los hombres ordinarios tienen. Al contrario, decimos que la naturaleza humana de Jesús oró al Espíritu divino de Jesús que moraba en el hombre.
    La opción es sencilla. O Jesús como Dios oraba al Padre o Jesús como hombre oraba al Padre. Si el primero fuera la verdad, entonces tendríamos una forma de subordinacionismo o arianismo en los cuales una persona en la Deidad es inferior a, y no coigual con, una otra persona en la Deidad. Esto contradice el concepto bíblico de un solo Dios, la deidad completa de Jesús, y la omnipotencia de Dios. Si la segunda alternativa es correcta, y nosotros creemos que así es, entonces no existe ninguna distinción de personas en la Deidad. La única distinción es entre la humanidad y la divinidad, y no entre Dios y Dios.

      “Dios Mio, Dios Mio,
¿Por Qué Me Has Desamparado?”

Este versiculo ( Mateo 27:46 ) no puede describir una separación actual entre el Padre y el Hijo porque Jesús es el Padre. Jesús dijo, “Yo y el Padre uno somos.” ( Juan 10:30 ). La biblia indica que “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” ( II Corintios 5:19 ). Jesús era Dios Padre manifestado en carne para reconciliar consigo al mundo. El gríto de Jesús en la cruz no significó que el Espíritu de Dios había salido del cuerpo, sino que no había ninguna ayuda del Espíritu en su muerte sacrificatoria de substitución para la humanidad pecaminosa. No era una persona de la Deidad que fue abandonada por
otra, sino más bien la naturaleza humana que sintió la ira y el juicio de Dios sobre los pecados de la humanidad.
     No había dos hijos—uno divino y otro humano—pero había dos naturalezas—la divina y la humana—fundidas en una persona. El Espíritu divino no podía ser separado de la naturaleza humana con tal que la vida humana continuara. Pero en su proceso agonizante de la muerte, Jesús sufrió los dolores de nuestros pecados. El morir se convirtió en muerte cuando él rindió su Espíritu.
     En otras palabras, lo que Jesús quería decir cuando él gritó, “Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has desamparado?” era que él había tomado el lugar del hombre pecaminoso en la cruz y que él había sufrido el castigo completo para el pecado. No había disminución del sufrimiento debido a su deidad. Puesto que todos han pecado ( Romanos 3:23 ) y la paga del pecado es muerte ( Romanos 6:23 ), toda la humanidad (con la excepción del Cristo sin pecado) merecía morir. Cristo tomó nuestro lugar y sufrió la muerte que merecíamos ( Romanos 5:6-9 ). Jesús era más que un mártir valiente como Esteban y más que un sacrificio del Antiguo Testamento, porque él murió en nuestro lugar y experimentó por una época la muerte que nosotros merecíamos. En la cruz, él murió por todos los hombres ( Hebreos 2:9 ). Esa muerte era más que una muerte física; también implicó una muerte espiritual, que es la separación de Dios  ( II Tesalonicenses 1:9; Apocalipsis 20:14 ).

    Nadie que vive en la tierra ha sentido esta muerte espiritual en su grado más profundo, porque en Dios todos nosotros vivimos, nos movemos, y somos ( Hechos 17:28 ). Aún el ateo se goza de muchas cosas buenas tales como la alegría, el amor, y la vida misma. Cada cosa buena viene de Dios ( Santiago 1:17) , y toda vida se origina en él y es mantenida por él. Pero, Jesús experimentó la última muerte—la separación de Dios que un pecador sentirá en el lago de fuego. El sentía la angustia y la desesperación como si fuera un hombre eternamente desamparado por Dios. Entonces, la naturaleza humana de Jesús clamó en la cruz al tomar Jesús sobre sí mismo el pecado del mundo entero y al sentir el castigo eterno de la separación a causa de aquel pecado ( I Pedro 2:24 ).
    No debemos presumir que el Espíritu de Dios dejó el cuerpo de Jesús en el instante en que él pronunció las palabras, “Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has desamparado?” El Espíritu divino dejó el cuerpo humano solamente en la muerte. Hebreos 9:14 dice que Cristo se ofreció a sí mismo a Dios por medio del Espíritu eterno.
Por otra parte, Jesús dijo a sus discípulos con respecto a su muerte, “He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo” ( Juan 16:32 ). Así, el eterno Espíritu de Dios, el Padre, no salió del cuerpo humano de Cristo hasta la muerte de Cristo.

¿Intercambios De Ciencia Entre
  Las Personas En La Deidad?

Algunos creen que la Biblia describe intercambios de conocimiento entre las personas distintas de la Deidad. Esto es un argumento peligroso porque implica que podría existir una persona en la Deidad que sabe algo que otra persona no sabe. Esto implica una doctrina de personalidades y de mentes distintas en Dios, lo cual a su vez conduce al triteísmo o al politeísmo.
    Miremos algunos pasajes de Escritura que necesitan una cierta explicación. Mateo 11:27 dice, “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.” Este versículo declara sencillamente que nadie puede entender quién es el Hijo ( la manifestación de Dios en carne ) sin una revelación divina (del Padre). Sin duda Jesús tenía esto en mente cuando él dijo a Pedro, “no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” ( Mateo 16:17 ). Se nos dice que ningún hombre puede llamar a Jesús Señor sino por el Espíritu Santo ( I Corintios 12:3 ). También, el Padre reveló su naturaleza y carácter al hombre por medio de la encarnación—por medio de Cristo Jesús, el hijo de Dios.
    Romanos 8:26-27 dice, “el Espíritu mismo intercede por nosotros” y “el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu.” Estas declaraciones indican solamente una pluralidad de funciones del Espíritu. Por un lado, Dios pone su Espíritu en nuestros corazones para enseñarnos a orar y para orar a través de nosotros.
Por otro lado, Dios oye nuestras oraciones, examina y conoce nuestros corazones, y entiende las oraciones que él ora a través de nosotros por medio de la intercesión de su propio Espíritu. Este versículo de Escritura no implica una separación entre Dios y su Espíritu, porque Dios es Espíritu. Tampoco indica una separación entre Cristo como el escudriñador de corazones y el Espíritu como intercesor, porque la Biblia también dice que
Cristo intercede por nosotros ( Hebreos 7:25; Romanos 8:34 ), y que el Espíritu todo lo escudriña, inclusivo a nuestros corazones. “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios” ( I Corintios 2:10-11) . Aunque el Espíritu escudriña las “cosas profundas de Dios,” no debemos pensar que hay una separación entre Dios y Su Espíritu. Lo que nos está diciendo es que Dios nos revela
las cosas por medio de Su Espíritu en nuestras vidas. Su Espíritu en nosotros comunica verdades de Su mente a nuestras mentes: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.” Entonces el pasaje compara al hombre y su espíritu con Dios y Su Espíritu. Un hombre no es dos personas, ni tampoco lo es Dios. 
Mateo 28:19 Hablamos de Mateo 28:19 en el Capítulo VI, demostrando que este versículo describe a ún Dios con oficios múltiples pero solamente ún nombre. El enfoque no está en una pluralidad sino en la unicidad.

La Preexistencia De Jesús

    Muchos pasajes de las Escrituras hacen referencia a la existencia de Jesús antes del comienzo de su vida humana. Sin embargo, la Biblia no nos enseña que El existía aparte y fuera del Padre. Al contrario, en su deidad él es el Padre y el Creador. El Espíritu de Jesús existía por toda la eternidad porque él es Dios Mismo. Sin embargo, la humanidad de Jesús no existía antes de la encarnación, excepto como un plan en la mente de Dios. 
Por tanto, podemos decir que el Espíritu de Jesús existía antes de la encarnación, pero no podemos decir que el Hijo existía antes de la encarnación en ningún sentido sustancial. Juan 1:1, 14 es un buen resúmen de la enseñanza en cuanto a la preexistencia de Jesús: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios . . . y aquel Verbo fue hecho carne . . .” Es decir, Jesús existía por toda la eternidad como Dios. El plan futuro del Hijo de Dios existía con Dios desde el principio—como una idea en la mente de Dios. Finalmente, aquel Verbo se convirtió en carne—como la extensión de Dios Padre en la forma de un ser humano. (Para una descripción de este concepto y su expresión en Juan 1, véase el Capítulo IV. para más información acerca del Hijo y la preexistencia de Cristo, incluyendo una discusión acerca de Hebreos 1, véase el Capítulo V.)
     Apliquemos estos conceptos a los varios versículos de Escritura que hablan de la preexistencia de Cristo. Nosotros podemos comprender que Juan 8:58 (“Antes que Abraham fuese, yo soy.”) es una referencia a la preexistencia de Jesús como el Dios del Antiguo Testamento.
Podemos comprender Juan 6:62 (“¿Pués qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?”) de la misma manera, cuando Jesús usa la frase “hijo del hombre” como el equivalente de “yo” o de “mí” más bien que enfatizar su humanidad. En Juan 16:28 Jesús dijo, “Salí del Padre.” Esto, también, se refiere a su preexistencia como Dios. La naturaleza divina de Jesús era Dios Padre, entonces el Cristo con dos naturalezas podría decir, “Salí del Padre.” Esta declaración puede también describir al Verbo, el plan que existía en la mente de Dios, haciéndose carne, y siendo enviado al mundo.
     En Juan 17:5 Jesús oró, “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.” Una vez más Jesús habló de gloria que él tenía como Dios en el principio y la gloria que el Hijo tenía en el plan y la mente de Dios. No podría significar que Jesús preexistía con gloria como el Hijo. Jesús estuvo orando, así que él debe haber estado hablando como hombre y no como Dios. Sabemos que la humanidad no preexistía la encarnación, entonces Jesús estuvo hablando de la gloria que el Hijo tenía en el plan de Dios desde el principio.
    Se hablan de otros versículos en la Escritura referentes a la preexistencia de Jesús como Dios en los Capítulos IV V y IX., ,

El Hijo Enviado Del Padre

Juan 3:17 y 5:30, juntamente con otros versículos de Escritura, dicen que el Padre envió al Hijo. ¿Significa eso que Jesús, el Hijo de Dios, es una persona distinta al Padre? Sabemos que no es así porque muchos versículos de Escritura enseñan que Dios se manifestó
en carne ( II Corintios 5:19, I Timoteo 3:16 ). El dio de sí Mismo; El no envió a alguien más ( Juan 3:16 ). El Hijo fue enviado de Dios como hombre, no como Dios: “Dios envió a su Hijo, nacido de mujer” ( Gálatas 4:4 ). La palabra enviado no implica la preexistencia del Hijo o la preexistencia del hombre. Juan 1:6 dice que Juan el Bautista era un hombre enviado de Dios, y nosotros sabemos que él no preexistía su concepción. Más bien, la palabra enviado indica que Dios designó al Hijo para un propósito especial. Dios formó un plan, puso carne en ése plan, y después puso ese plan en marcha. Dios dio al Hijo una tarea especial. Dios se manifestó en carne para alcanzar una meta especial. Hebreos 3:1 le llama a Jesús el apóstol de nuestra profesión. Apóstol significa “uno enviado” en el griego. Brevemente dicho, enviar al Hijo enfatiza la humanidad del Hijo y el propósito específico por el cual el Hijo nació.

¿Amor Entre Las Personas De La Deidad?

    Un argumento filosófico popular a favor de la doctrina de la trinidad se basa en el hecho de que Dios es amor. El argumento básico es: ¿cómo podría Dios ser amor y demostrar amor antes de que El creara el mundo a menos que Dios fuera una pluralidad de personas que tenían amor una para con la otra? Esta línea del razonamiento es débil por varias razones. Primeramente, aunque si fuera correcta no probaría una trinidad. De hecho, podría conducir al politeísmo absoluto. En segundo lugar, ¿qué necesidad tiene Dios de probar a nosotros la naturaleza eterna de Su amor? ¿Por qué no podemos aceptar simple-
mente la declaración que Dios es amor? ¿Por qué limitamos a Dios a nuestro concepto de amor, afirmando que El no podría haber sido amor en la eternidad pasada a menos que El hubiera tenido un objeto de amor que existía en ese entonces? En tercer lugar, ¿cómo puede la solución trinitaria evitar el politeísmo y al mismo tiempo evitar decir meramente que Dios es amor? En cuarto lugar, no podemos limitar a Dios al tiempo. El podría amarnos desde la eternidad pasada y nos amaba así. Aunque no existíamos en ese entonces, El previó nuestra existencia. En Su mente existíamos y El nos amaba a nosotros.
    Juan 3:35, 5:20, y 15:9 dicen que el Padre ama al Hijo, y Juan 17:24 dice que el Padre amaba a Jesús desde antes de la fundación del mundo. En Juan 14:31 Jesús expresó Su amor para con el Padre. Todas éstas declaraciones no quieren decir que hay personas distintas. (¿No es extraño que estos pasajes omiten al Espíritu Santo en esta relación de amor?) Lo que estos versículos expresan es una relación entre las dos naturalezas de Cristo. El Espíritu de Jesús amaba la humanidad y viceversa. El Espíritu amaba al hombre Jesús tal como él ama a toda la humanidad, y el hombre Jesús amaba en la misma manera
como todos los hombres deben amar a Dios. Recuerde, el Hijo vino al mundo para mostrarnos cuánto Dios nos ama y también para ser nuestro ejemplo. El Padre y el Hijo
mostraron amor uno para con el otro para que estos dos objetivos se alcanzaran. Dios sabía antes que el mundo comenzara que él se manifestaría como el Hijo. Él amaba ese plan desde el principio. Él amaba a ese Hijo futuro tal como él nos amaba a todos nosotros desde el principio del tiempo.

Otras Distinciones Entre El Padre Y El Hijo

    Muchos versículos de Escritura hacen una distinción entre el Padre y el Hijo en cuanto a su poder, su grandeza, y su conocimiento. Sin embargo, es un gran error utilizarlos para demostrar a dos personas en la Deidad. Si existe una distinción entre el Padre y el Hijo como personas en la Deidad, entonces El Hijo es subordinado o inferior al Padre en deidad. Esto significaría que el Hijo no es completamente Dios, porque por definición Dios no se sujeta a nadie. Por definición, Dios tiene todo poder ( omnipotencia ) y toda ciencia ( omnisciencia ). La manera de entender estos versículos es de entender como ellos hacen una distinción entre la divinidad de Jesús ( el Padre ) y la humanidad de Jesús ( el Hijo ). La humanidad o la función de Cristo como el Hijo es subordinada a su deidad.
    Juan 5:19 dice, “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer el Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.”
( Véase también a Juan 5:30; 8:28.  ) En Mateo 28:18 Jesús proclamó, “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” implicando que el Padre le dio ese poder. En Juan 14:28 Jesús dijo, “Mi Padre mayor es que yo.” Primera Corintios 11:3 dice que la cabeza de Cristo es Dios. Todos estos versículos de Escritura indican que la naturaleza humana de Jesús no podría hacer nada en sí mismo, sino que Su naturaleza humana recibía poder del Espíritu. La carne estaba sujeta al Espíritu.
    Al hablar de la segunda venida, Jesús dijo, “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” ( Marcos 13:32 ).
Una vez más la humanidad de Jesús no sabía todas las cosas, pero el Espíritu de Jesús sí.
    Juan 3:17 habla del Hijo como el enviado de Dios. En Juan 6:38 Jesús dijo, “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.” Jesús no vino de sí mismo, eso es de su humanidad, sino El procedió de Dios ( Juan 7:28; 8:42; 16:28 ). El Hijo no enseñaba Su propia doctrina, sino la de Su Padre ( Juan 7:16-17 ). El no enseñaba sus propios mandamientos, sino que enseñaba y guardaba los mandamientos de su Padre (Juan 12:49-50; 15:10). Él no buscaba su propia gloria, sino más bien, él glorificaba al Padre ( Juan 8:50; 17:4 ) . Todos estos pasajes describen la distinción entre Jesús como hombre (Hijo) y Jesús como Dios (Padre). El hombre Jesús no originó por la operación de la humanidad, ni vino el hombre Jesús para exhibir la humanidad. El Espíritu formuló el plan, engendró al bebé en la matriz, puso en aquella carne todo el carácter y toda la calidad de Dios, y entonces envió aquella carne al mundo para manifestar a Dios al mundo. Al final de las cuentas, esa carne habrá cumplido su propósito. El Hijo estará sumergido en el plan de Dios de modo que Dios pueda ser todo en todo ( I Corintios 15:28 ).
    Estos versículos describen la relación de la naturaleza humana de Cristo como hombre a su naturaleza divina como Dios. Si los interpretamos como una fabricación de una distinción entre dos personas llamadas Dios Padre y Dios Hijo, habría una contradicción. Tendríamos a Dios el Hijo con las siguientes características que no son de Dios:
él no tendría ningún poder de sí mismo; él no tendría un conocimiento completo; él no haría su propia voluntad; él tendría alguien mayor que él mismo; él tendría Su origen en alguien mas; y él perdería eventualmente su propia individualidad. Estos hechos bíblicos contradicen el concepto de “Dios Hijo.”

Los Pasajes Con La Palabra “Con”

¿Cómo explicamos el uso de la palabra “con” de Juan 1:1-2 y I Juan 1:2 Juan 1:1 dice que el Verbo era con Dios, pero después dice que el Verbo era Dios. Tal como se explica en el Capítulo IV el Verbo es el pensamiento, el, plan, o la expresión en la mente de Dios. Así es cómo el Verbo podría estar con Dios y en el mismo tiempo ser Dios mismo. Debemos también observar que la palabra “pros” del griego, traducida aquí “con,” se traduce “perteneciendo a” en Hebreos 2:17 y 5:1. Entonces el Verbo era con Dios en el sentido de pertenecer a Dios y no en el sentido de una persona fuera de Dios. Además, si Dios en Juan 1:1 significa Dios Padre, entonces el Verbo no es una persona distinta porque en ese caso el versículo se leería, “El Verbo era con El Padre y el Verbo era el Padre.” Para hacer que esto implicaría una pluralidad de personas en Dios se necesitaría un cambio en la definición de Dios en el centro del versículo.
    Debemos también observar que I Juan 1:2 no indica que el Hijo estaba con Dios en la eternidad. Mas bien, dice que la vida eterna estaba con el Padre. Por supuesto, Jesucristo manifestó la vida eterna a nosotros. El es la Palabra de vida en el versículo uno. Sin embargo, esto no quiere decir que la vida eterna existía como una persona
distinta al Padre. Simplemente significa que el Padre poseía la vida eterna en sí mismo—estaba con El—desde el principio. El nos mostró la vida eterna por medio de su manifestación en carne, en Jesucristo.

Dos Testigos

    Jesús dijo, “No soy yo solo, sino yo y él que me envió, el Padre. Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio
de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí” ( Juan 8:16-18 ). Momentos antes de estos versículos, Jesús había dicho, “Yo soy la luz del mundo” ( versículo 12 ). Esta era una aserción de Su papel del Mesías ( Isaías 9:2; 49:6 ). Los fariseos contestaron, “Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero” ( Juan 8:13 ). Respondiéndo a su acusación, Jesús explicó que El no era el único testigo, sino que había dos testigos al hecho de que El era el Mesías, el Hijo de Dios. Estos dos testigos eran el Padre (el Espíritu divino) y el hombre Jesús. Es decir, tanto Dios Padre como Jesús hombre podrían testificar que el Padre se manifestó en carne, en Jesús. Jesús era Dios y hombre y ambas naturalezas podrían testificar a ese hecho. Ninguna distinción de personas en la Deidad era necesaria para eso. De hecho, si una persona contiende que los dos testigos eran personas distintas en una trinidad, tendría que explicar porque Jesús no dijo que había tres testigos. Después de todo, la ley exigía dos testigos pero pedía tres si fuera posible ( Deuteronomio 17:6; 19:15 ). Cuando Jesús hizo referencia a Su Padre, los fariseos le preguntaban a Jesús acerca del Padre, sin duda preguntándose cuándo el Padre les había atestiguado a ellos. En vez de decir que el Padre era otra persona en la Deidad, Jesús procedió a identificarse a Sí mismo con el Padre—el “Yo Soy” del Antiguo Testamento ( Juan 8:19-27 ). Los dos testigos eran el Espíritu de Dios y el hombre Cristo, y ambos testificaban que Jesús era Dios manifestado en carne.

El Uso Plural

    Muchas veces Jesús hacía referencia al Padre y a Sí mismo en el plural. Estos pasajes están en el Libro de Juan, el escritor neotestamentario quien más que cualquier otro identificaba a Jesús como Dios y el Padre.
Es incorrecto que alguien suponga que el uso plural significa que Jesús es una persona distinta al Padre en la Deidad. Sin embargo, esto indica una distinción entre la deidad (Padre) y la humanidad (Hijo) de Cristo Jesús. El Hijo, quien es visible, reveló al Padre, quien es invisible. Así entonces, Jesús dijo, “Si a mí me conocieseis, también
a mi Padre conocerías” ( Juan 8:19 ); “no me ha dejado solo el Padre” (Juan 8:29); “El que me aborrece a mí, también a mí Padre aborrece” ( Juan 15:23 ); “ahora han visto y han aborrecido a mí y a mí Padre” (Juan 15:24); y “no estoy solo, porque el Padre está conmigo” ( Juan 16:32 ). Estos versiculos de Escritura utilizan el plural para expresar un tema constante; Jesús no es simplemente un hombre, sino que El es Dios también. Jesús no era un hombre ordinario como El parecía ser externalmente. El no estaba solo, sino tenía el Espíritu del Padre dentro de El. Esto explica la naturaleza dual de Jesús y revela la Unicidad de Dios.
    ¿Cómo estaba el Padre con Jesús? La explicación lógica es que El estaba en Jesús. Por lo tanto, si usted conoce a Jesús, conoce también al Padre; si usted ve a Jesús, ve también al Padre; y si usted odia a Jesús, odia también al Padre. II Juan 9 dice, “El que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.” ¿Cuál es la doctrina de Cristo? Es la doctrina que Jesús es el Mesías; Él es el Dios del Antiguo Testamento manifestado en carne. En otras palabras, el apóstol escribió que si entendemos la doctrina de Cristo nos daremos cuenta de que Jesús es el Padre y el Hijo. Por lo tanto no negamos ni al Padre ni al Hijo. Cuando aceptamos la doctrina de Cristo, aceptamos la doctrina del Padre y del Hijo. Es verdad también que si negamos al Hijo estamos negando al Padre, pero si reconocemos al Hijo hemos reconocido al Padre también ( I Juan 2:23 ).
    Otro pasaje con uso plural, Juan 14:23, merece atención especial; “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará,; y mi Padre le amará, y vendremos
a él, y haremos morada con él.” La clave para entender este versiculo es darse cuenta que el Señor no estaba hablando de su entrada corporal en nosotros. Además, si hay dos Espíritus de Dios, uno del Hijo y otro del Padre, entonces habría por lo menos dos Espíritus en nuestros corazones. Sin embargo, Efesios 4:4 declara que hay un solo Espíritu. Sabemos que Juan 14:23 no significa una entrada corporal porque Jesús había dicho, “En aquel día vosotros conoceréis que estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”     ( Juan 14:20 ). Ciertamente no estamos en Jesús en el sentido corporal. Entonces, ¿qué significa este pasaje? Significa una unión—uno en mente, propósito, plan, y vida—con Cristo. Esta es la misma idea expresada en Juan 17:21-22 cuando Jesús oró,
“Para que todos sean uno, como tú, oh Padre, en mí, y yo en tí, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.”
    Entonces, ¿por qué usó Jesús el uso plural al hablar de la unión del creyente con Dios? Por supuesto, Dios ha diseñado la salvación para reconciliar al creyente consigo. Sin embargo, el hombre pecaminoso no puede acercarse a un Dios santo, y el hombre finito no puede comprender un Dios infinito. La única manera que podemos ser reconciliados a Dios y comprenderle es por medio de su manifestación en carne, por medio del hombre sin pecado, Cristo Jesús. Cuando somos uno con Jesús, entonces somos automáticamente uno con Dios, puesto que Jesús no es simplemente un hombre sino que es Dios también. Jesús utilizó el plural para acentuar que para ser unido con Dios debemos primeramente recibir la redención por medio de la sangre de Jesús. Hay un solo mediador entre el hombre y Dios, el hombre Jesús ( I Timoteo 2:5 ). Nadie viene a Dios excepto por medio de Jesús
(Juan 14:6). Para poder tener razón doctrinalmente, debemos reconocer que Jesús ha venido en carne ( I Juan 4:2-3 ). Cuando nosotros recibimos a Cristo, hemos recibido al Padre y al Hijo (II Juan 9). Nuestra unión con el Padre y el Hijo no es una unión con dos personas en la Deidad, sino que es simplemente una unión con Dios por medio de Jesús hombre: “que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” ( II Corintioses 5:19 ).
    Otra manera de pensar en nuestra unión con Dios es de recordar los dos diversos oficios o las dos relaciones representadas por el Padre y el Hijo. El creyente tiene acceso a las cualidades de ambas misiones, tales como la omnipotencia el Padre y el sacerdocio y la sumisión del Hijo. El tiene al Padre y al Hijo. Sin embargo, él recibe todas estas cualidades de Dios cuando recibe el único Espíritu de Dios, el Espíritu Santo. El no recibe dos o tres Espíritus. Cuando el Espíritu Santo hace su morada en el cuerpo del creyente, eso se llama ‘el bautismo del Espíritu Santo’ y ese don le da acceso a todos los atributos y misiones de Dios: “Porque por un solo Espíritu somos todos bautizados en un cuerpo ( I Corintios 12:13 ).
    Si, por otra parte, una persona interpretara Juan 14:23 y 17:21-22 para describir la unión de dos personas distintas en la Deidad, entonces para ser constante él tendría que interpretar las Escrituras para significar que los creyentes llegan a ser miembros de la Deidad tal como Jesús. Claramente, entonces, estos pasajes se refieren a una unión con Dios que el Hijo de Dios tenía y que nosotros podemos disfrutar por medio de creer y obedecer al Evangelio. ( Por supuesto, Jesús es uno con el Padre en el sentido que él es el Padre, pero eso no es lo que éstos versiculos particulares de Escritura describen.)

¿Conversaciones Entre Las Personas
          En La Deidad?

    No hay ningún registro bíblico de una conversación entre dos personas de Dios, pero hay muchas representaciones de la comunión entre las dos naturalezas de Cristo.
Por ejemplo, las oraciones de Cristo describen Su naturaleza humana buscando ayuda del Espíritu eterno de Dios.
    Juan 12:28 registra una petición de parte de Jesús que el Padre glorificaría Su propio nombre. Una voz del cielo habló, contestando aquella petición. Esto demuestra que Jesús era un hombre en la tierra pero Su Espíritu era el Dios omnipresente del universo. La voz no vino para el bien de Jesús, sino para el bien de la gente ( Juan 12:30 ).
La oración y la voz no constituían una conversación entre dos personas dentro la Deidad; se puede decir que era comunicación entre la humanidad de Jesus y Su deidad. La voz era un testigo a la gente del Espíritu de Dios, revelando la aprobación de Dios para el Hijo.
    Hebreos 10:5-9 cita un pasaje profético del Salmo 40:6-8. En este cuadro profético de la venida del Mesías, Cristo como hombre habla al eterno Dios, expresando Su obediencia y Su sumisión a voluntad de Dios. Esencialmente esta escena es similar a la de la oración de Jesús en Getsemaní. Es obvio que Cristo está hablando como hombre porque El dice, “un cuerpo me has preparado” y “vengo para hacer tu voluntad, O Dios.”
    En conclusión la Biblia no registra conversaciones entre personas de la Deidad, sino entre las naturalezas humanas y divinas. Al interpretar estas dos naturalezas como “personas” se crea la creencia en por lo menos dos “Dioses.” (¡Es muy extraño que el Espíritu Santo nunca es parte de las conversaciones!) Ademas, “personas” implicaría inteligencias separadas en una deidad, un concepto que no puede ser distinguido del politeísmo.

Otro Consolador

    En Juan 14:16, Jesús prometió enviar a otro Consolador. En el versículo 26 Jesús identificó al Consolador como el Espíritu Santo. ¿Implica eso que el Espíritu Santo
es otra persona en la Deidad? No. Está claro del contexto que el Espíritu Santo es simplemente Jesús en otra forma o manifestación. En otras palabras, “otro Consolador” sig-
nifica Jesús en el Espíritu como opuesto a Jesús en la carne. En el versiculo 16 Jesús les dijo a los discípulos acerca de otro Consolador. Después en el versiculo 17 Jesús les dijo que ya conocían al Consolador, porque El moraba con ellos e iba a estar en ellos. ¿Quién moraba con los discípulos en aquella epoca? Jesús, por supuesto. El Espíritu de Jesús moraba con los discípulos puesto que el Espíritu era vestido en la carne, pero pronto el Espíritu estaría en los discípulos a través del don del Espíritu Santo. Jesús clarificaba eso más cuando dijo en el versiculo 18, “No os dejaré huerfanos; vendré a vosotros.”
    Jesús fue al cielo en Su cuerpo glorificado para que El podría formar una nueva relación con sus discípulos, por enviar a Su propio Espíritu como el Consolador. El les dijo a ellos, “Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuere, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” ( Juan 16:7 ). El Espíritu Santo es el Espíritu de Cristo         ( Romanos 8:9; 2 Corintios 3:17-18 ). Cuando tenemos el Espíritu en nosotros, tenemos a Cristo en nosotros ( Efesios 3:16-17 ).
    En breve, Jesús había morado con los discípulos físicamente por el espacio de casi tres años, pero el tiempo había venido para que El saliera. Sin embargo, El prometió que no los dejaría solos, sin consuelo, o como huérfanos. Más bien, El prometió volver en una nueva
manera. No vendría en un cuerpo visible para morar con ellos y ser limitado por ese cuerpo, sino que volvería en la forma del Espíritu de modo que El pudiera morar en ellos. Entonces el Consolador, el Espíritu Santo, es el Espíritu de Jesús. Esto es Jesús manifestado en una
nueva manera; Jesús puede estar con nosotros y en nosotros. El puede estar en todos Sus discípulos en todo el mundo a la vez y El puede cumplir Su promesa de estar con nosotros hasta el fin del mundo ( Mateo 28:20 ).


¿Están Jesús Y El Padre Unidos Solo
          En Propósito?

Según Juan 17:21-22, los cristianos deben ser unidos como Jesús era uno con el Padre. ¿Destruye esto nuestra creencia que Jesús es el Padre? No. En este pasaje Jesús habló como un hombre—como el Hijo. Esto es evidente porque El estuvo orando al Padre, y Dios no tiene que orar. En Su humanidad, Jesús era uno con el Padre en el sentido de la unidad de propósito, mente, y voluntad. En este sentido, los cristianos también pueden ser uno con
Dios y uno con cada uno ( Hechos 4:32; I Corintios 3:8; Efesios 2:14 ) .
    Debemos recordar que el Hijo no es lo mismo que el Padre. El título ‘Padre’ nunca se refiere a la humanidad, mientras que el Hijo sí. Aunque Jesús es Padre e Hijo, no podemos decir que el Padre es el Hijo.
    En Juan 17:21-22, Jesús, hablando como hombre, no dijo que El es el Padre. Sin embargo, otros pasajes describen la unidad de Jesús con el Padre en una manera que supera la mera unidad de propósito, y en una manera que indica que Jesús es el Padre. Esto es un nivel adicional de la Unicidad que está más allá de nuestro logro porque habla de su deidad absoluta. Cuando Jesús dijo, “Yo y mi padre uno somos,” los judíos le entendieron correctamente que significaba que era Dios, e intentaron matarle      ( Juan 10:30-33 ). En aquella ocasión, El no simplemente reclamó la unicidad con Dios sino una identidad con Dios. Jesús también dijo, “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). No importa cuán unido un cristiano sea con Dios, El no podría hacer esa declaración. No importa cuán unidos dos cristianos sean, uno no podría decir, “Si usted me ha visto a mí, ha visto a mi amigo.” Lo mismo es verdad en cuanto a un marido y su esposa, aunque son una carne ( Génesis 2:24 ).
Entonces la unidad de Jesús y el Padre significa más que la unidad que las relaciones humanas pueden lograr. Como hombre Jesús era uno con el Padre en el sentido de unidad de propósito, de mente, y de voluntad ( Juan 17:22 ). Como Dios, Jesús es uno con el Padre en el sentido de la identidad con el Padre—en el sentido que El es el Padre ( Juan 10:30; 14:9).

Conclusión

    En conclusión, no se hace ninguna presentación de personas en la Deidad en los Evangelios. Los Evangelios no enseñan la doctrina de la trinidad, sino simplemente enseñan que Jesús tiene dos naturalezas—humana y divina, carne y Espíritu, Hijo y Padre. Hay referencias plurales al Padre y al Hijo en el libro de Juan, pero este mismo libro enseña la deidad de Cristo Jesús y la unicidad de Dios más que cualquier otro. Cuando investigamos estas referencias plurales aprendemos que, lejos de contradecir el monoteísmo, ellos actualmente reafirman que Jesús es el único Dios y que el Padre está manifestado en el Hijo.
    En el próximo capítulo, miraremos a los otros libros del Nuevo Testamento, los Hechos, las Epístolas, y Apocalipsis, para terminar nuestro estudio. Tal como en los Evangelios, estos libros enseñan la unicidad de Dios sin distinción de personas.





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